Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «Rings»

De los tres a los siete días de rigor

El escenario es un avión de pasajeros y el reloj marca que son altas horas de la madrugada. Todo parece transcurrir en perfecta normalidad hasta que uno de los viajantes, empapado en sudor frío, empieza a sembrar el pánico entre la tripulación. No se trata de un capítulo de “La dimensión desconocida”, aunque sí, efectivamente la historia suena a vieja. Casi a disco rayado. El caso es que la cascada humana acaba de revivir en el imaginario colectivo una de las leyendas urbanas más populares (y claro, aterradoras) de los últimos tiempos: resulta que vio la cinta prohibida, aquella que cuando termina, suena el teléfono y entonces una chica te comunica que te quedan siete días de vida.

Fin de la transmisión... e inicio de “Rings”, tercera entrega de la mítica saga de terror japonés, aunque ya haga tiempo desde que esta abandonara su tierra natal. Sadako pasó a llamarse Samara, convirtiéndose así en estandarte de la enésima fiebre hollywoodiense por el remake. En estas seguimos, hasta tal punto que la franquicia ya parece una invención del cine yankee. El cordobés F. Javier Gutiérrez lo tiene claro, de modo que para su debut en el otro lado del charco se deja de experimentos y firma un ejercicio impecable de mímesis con el entorno.

La lástima es que con ello, su primer y muy prometedor largometraje, “3 días”, parece cosa de un pasado demasiado remoto. El director español cumple con nota en los momentos de máxima tensión, aquellos en que se pasa de la amenaza al ataque. En este sentido, misión cumplida. Para todo lo demás, pesa demasiado la desgana de un guion que más allá de algún ataque repentino de inspiración (presentar el famoso vídeo como un material semi-orgánico, o valerse de la difusión viral en tiempos 2.0 para incidir en el terror originario) se le nota muy acomodado en la rutina. La película de género de siempre, vaya, sin apenas argumentos para justificar el déjà vu.