Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Análisis de sangre azul»

El otro paciente inglés

Si a primera vista esta rareza orquestada por Blanca Torres y Gabriel Velázquez podría ser emparentada con las propuestas documentales de Jose Luis Guerín, sobre todo en lo relativo a las formas de corte casi fantasmal que recreó en “Unas fotos en la ciudad de Sylvia”, lo que se plantea en “Análisis de sangre azul” se queda en un terreno menos ambicioso en sus formulaciones y más cercano a la experimentación por el puro placer de experimentar, un juego caleidoscópico en tonalidades blancas y negras a través del cual se construye un falso documental cuyo material se basa en unas filmaciones realizadas por un neurólogo que realiza sus experimentos en una recóndita clínica pirenaica de finales de los años 30.

De esta manera, la pantalla acoge una serie de secuencias en blanco y negro primitivo en el que la falta de palabras es suplida con rótulos que parecen dar voz a una serie de personajes de corte fantasmagórico debido al calibrado maltrato  que padecen las imágenes y que parecen fugadas de aquel documental del gran Luis Buñuel, “Las Hurdes, tierra sin pan”.

El punto de arranque es el accidente que padece un aristócrata británico en plena montaña y el posterior tratamiento al que es sometido en la citada institución que dirige un neurólogo llamado Pedro Martínez, que jamás ha existido y que recoge mediante su cámara de 16 mm. los diversos pasajes de un tratamiento o estudio que realiza a su paciente.

Encanto y misterio se dan cita en esta película dotada de un encanto perturbador que parece ocultar al otro lado de su telón de apariencia exquisita, un toque irónico muy oportuno que provoca en el espectador cuestiones tales como cuáles son las verdaderas intenciones que han querido plantear Torres y Velázquez en este apasionante y apasionado trabajo que, a ratos, parece reirse de los planteamientos vanguardistas más extremos.