El objetivo fundamental del comité de garantía es que, además del elemento clave que es el impacto social, lo que se haga responda a una base, un orden, unos criterios. Su función también es atender las dudas de ciudadanos y observadores externos.

«Humildemente, creo que la labor jurídica es importante, por un lado para darle esa connotación de seriedad en el sentido de que, más allá de la fría cifra de quienes acudan, el esfuerzo organizativo es muy potente. Merece la pena que haya un rigor. Para mí lo más importante no es el resultado sino el mero hecho de que se despierta a partir de ahí una reflexión», comenta.

Ha participado en sendos coloquios en Zumaia y Zarautz. «Allí hemos comprobado que gente de diferentes ideologías compartimos el deseo de que se pueda llevar adelante un proceso que no se agota en el elemento icónico de una urna. La ciudadanía tenemos cultura jurídica y política para poder debatir y analizar. Ese es el elemento clave a abordar: adquirir madurez democrática sin pretender agotar todo en el fuego de artificio de un domingo. Lo relevante es hacer camino. La gente vive con ilusión este proceso, no tratando de imponer nada a nadie y buscando huir de las tribus políticamente tan marcadas.

También le he solido escuchar decir que no tenemos cultura política.

Creo que aquí hemos ido a los dos extremos: a demonizar lo que no sea pura democracia representativa o a ensalzar la democracia directa hasta pretender que reemplace a la representativa. Hay que trabajar entre un extremo y otro y todo el movimiento que se está gestando en torno a Gure Esku Dago tiene de positivo ese deseo de no reemplazar la democracia representativa pero sí complementarla para legitimar la democracia y para comprometer a la ciudadanía. Creo que no hay cultura política ni en la legislación ni todavía en nosotros.

¿Estamos en la fase de debatir cómo llevamos a cabo el derecho a decidir?

Confundimos muchas veces objetivos con estrategias. Me refiero a quienes podamos tener un sentimiento nacionalista. Somos incapaces de encontrar un mínimo común para ir avanzando. Debemos ser conscientes de lo pequeños que somos. Esto puede ser una ventaja en términos estratégicos o un grave problema si no nos sabemos entender. Hay quien cree que el hecho de que te pelees para que te reconozcan como nación no aporta nada. Yo creo que sí. El resultado de la falta de consenso es que quien desea el inmovilismo se frota las manos.