Arnaitz GORRITI
BALONCESTO - FINAL FOUR ESTAMBUL 2017

Olympiacos es el monstruo de las pesadillas de CSKA

Los helenos repitieron la historia de 2012 y 2015, y remontaron el partido con un gran último cuarto.

CSKA MOSCÚ 78

OLYMPIACOS 82


¡Olympiacos lo volvió a hacer! Al igual que en la Final Four de Estambul 2012, o en Madrid 2015, la escuadra del Pireo volvió a remontar a un CSKA de Moscú que vivió un recurrente déjà vu de pesadilla. No fue un gran partido, pero sí emocionante, sobre todo por ver la capacidad de sufrimiento heleno, que volteó el choque en un último cuarto dramático.

Cuando, de la mano de Teodosic, un CSKA de Moscú catatónico lograba empatar a 76, ya dentro del último minuto, nadie dudaba que Olympiacos iba a sacarse alguna canasta del zurrón. Por ejemplo, Spanoulis anotó 9 de sus 13 puntos en el último cuarto, así como sus 8 puntos por parte de Erick Green. Pues bien, el propio Green desatascó el partido con un triplazo, para que acto seguido Teodosic solo anotara un tiro libre.

Con 77-79, se mascaba la tragedia en el bando ruso, pero el base serbio aún tuvo opción de redimirse. CSKA de Moscú recuperó el balón tras un duduosísimo tapón de Hines a Printezis, pero Teodosic erró el triple de la victoria. El rebote fue para Spanoulis, y entre «el mago de Larissa» y Green certificaron la enésima remontada helena.

El valor de los secundarios

¡Qué distinto fue el rendimiento de los líderes de Olympiacos en los 30 minutos anteriores! CSKA dominaba de la mano de Teodosic y De Colo –anotaron 25 de los 40 puntos rusos en la primera mitad–, mientras que Printezis aguantaba el tirón por parte griega, amén de sendos triples de Mantzaris y Agravanis, que pusieron un 40-33 al descanso, superando un amenazador 40-27.

A golpe de triple y rebote de ataque, los helenos seguían vivos, con mención especial al coraje de Papanikolau y Mantzaris, que cerraron el tercer cuarto con 64-60, después de superar otra alerta roja en el 60-49.

La hinchada helena se creció, la otomana hizo piña con ellos –¡en serio!– y al CSKA de Moscú, salvo a Aaron Jackson, se le aparecieron todos los fantasmas. Era un déjà vu fantasmal que llegaba con el aspecto de Green y Spanoulis, que lo sacó a empujones de la final.