Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Bilbo salda su «deuda» con los trabajadores públicos castigados por los fascistas

En un acto sencillo pero al mismo tiempo intenso, el Consistorio bilbaino rindió ayer homenaje a los 1.120 trabajadores municipales que fueron depurados por los franquistas al ocupar la villa en 1937.

El Ayuntamiento de Bilbo saldó ayer «una gran deuda», según el alcalde Juan Mari Aburto, con los cientos de trabajadores municipales a los que se castigó «por defender la libertad y los valores democráticos» tras la caída de la villa en manos de los franquistas el 19 de junio de 1937. Catorce fueron los que perdieron la vida: 9 fueron fusilados tras un consejo de guerra, otros cuatro bomberos ejecutados sin juicio y un guardia fue hallado sin vida en su casa con un disparo en la cabeza.

En homenaje a esas personas, se ha colocado una placa en el hall de la casa consistorial, un lugar, subrayó Aburto, «donde está la memoria de la ciudad», en referencia a los retratos de alcaldes y otros objetos históricos. «Ha sido –añadió– un homenaje solemne, cargado de simbolismo, de recuerdo y también de justicia, pero sin un ápice de rencor».

El primer edil confesó que había sido «un auténtico honor, un placer» organizar el acto institucional, aunque lo cierto es que fue un acuerdo plenario de setiembre de 2016 a raíz de que EH Bildu solicitase un reconocimiento para estas víctimas del franquismo.

La represión afectó al 75,5% de la plantilla. «Estamos hablando de médicos, maestros, bomberos, guardias municipales, personal del matadero, del cementerio, de limpieza... y hasta becarios que se encontraban recibiendo ayudas para su formación. Todos aniquilados con un bisturí certero y rápido», apostilló Aburto. «No podemos reparar el dolor, pero al menos queremos compensar con nuestro reconocimiento y recuerdo la injusticia de la que fueron objeto», aseguró.

La represión fue brutal sobre la plantilla municipal en Bilbo, depurándose a la totalidad de los 1.914 componentes –explicó Aritz Ipiña, autor de una investigación sobre aquellos hechos recogida en un libro–, de los que 1.120 fueron destituidos y solo el 16% fue readmitido, castigándoles a muchos de ellos a trabajar gratis durante cierto periodo de tiempo, por periodos de quince días a seis meses. «Se depuró todo lo imaginable e inimaginable», subrayó. Además de los catorce muertos, el historiador deustuarra citó a otros que fallecieron en bombardeos contra la población, en las cárceles o en combate.

En su libro, Ipiña estudia quiénes y porqué sufrieron esa represión, en un ejercicio de memoria histórica. Apuntó que en Bizkaia fueron 3.985 los empleados municipales y 1.182 de la Diputación los afectados por las purgas. El investigador dijo que había merecido la pena horas y horas de trabajo en diferentes archivos, viendo la reacción de sus familiares después de décadas de sufrimiento y de olvido.