La enésima prueba de la –apabullante– superioridad de la industria cinematográfica francesa con respecto a cualquier otra en la que ahora mismo podamos pensar, la encontramos en “La wedding planner”, nueva película dirigida, co-escrita y protagonizada por Reem Kherici. Un sub-producto cómico-romántico de tan baja calidad que en cualquier otro lugar del mundo no hubiera sido capaz de ir más allá de las fronteras de su propio territorio, pero que por el simple hecho de llevar la bandera gala en la ficha técnica, ha logrado por lo menos probar suerte con la conquista de mercados extranjeros. Por ejemplo, el nuestro. Y así nos va.

La película explota durante hora y media (aunque en realidad parece el doble de tiempo) una relación a tres bandas cuya resolución viene exigida por el “a contrarreloj” que implica la celebración inminente de una boda. Como los preparativos de aquel memorable último capítulo de los “Relatos salvajes” de Szifrón, pero sin llegar jamás (ni por asomo) a aquella apoteosis fallera. Nos quedamos con lo más elemental: una serie de gags mal escritos y peor ejecutados... con el agravante de un mensaje cuyo carácter reaccionario nos lleva a la ranciedad del blanco y negro.