Ramón SOLA
DESDE LAS GATERAS

Forales con fusiles, la trastienda del encierro

Para todos quienes –por pura lógica– pensamos que en el encierro existen más protocolos de seguridad que los que se saben públicamente, es muy interesante el reportaje de ayer en ‘‘Diario de Navarra’’: una unidad especial de la Policía Foral espera cada mañana en la Plaza de Toros, pertrechada con rifles y dardos anestésicos, por si algún incidente obligara a dormir a alguna res. Por ejemplo, que lograra escapar del recorrido, como ocurrió en 1939. Explica el artículo que el llamado Equipo de Control de Animales (ECA) fue creado en 2009 y que solo ha tenido que actuar una vez: hace dos años en Tutera, para dormir a un morlaco que sufrió calambres y no podía acabar el encierro. No obstante, tiene todo perfectamente planificado, porque ante una contingencia así no habría un segundo que perder.

En esa planificación entra el diseño exhaustivo de las rutas para poder llegar en tiempo récord desde el Patio de Caballos de la Plaza de Toros, donde aparca cada mañana el todoterreno de los forales, hasta el punto preciso de esos 880 metros estrechos y enrevesados. Habrá quien no considere muy tranquilizadora la perspectiva de que si hay un accidente así en Santo Domingo sea preciso esperar a la llegada de este grupo policial desde la otra punta, pero menos calmaría pensar que no existan dispositivos excepcionales para esta locura del encierro, letal en sí misma.