Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Kedi (Gatos de Estambul)»

Vagabundos y reyes de una ciudad

Aceptado el reto de la directora Ceyda Torun de pasear por Estambul desde una óptica muy diferente a lo que nos ha sido planteado por otros cineastas,  recordé dos episodios. Por un lado el no menos fascinante paseo que nos propuso Fatih Akin en “Cruzando el puente” –a través del cual redescubríamos el pulso de una ciudad y sus gentes a través de sus sonidos– y una historia que me contaron en Venecia en torno a un gato que los venecianos de La Giudecca llamaban “El general”. Al igual que Estambul, Venecia también otorga una personalidad propia a los gatos y según me contaron en la ciudad de los canales, cuando el viejo “General” falleció, todos los gatos acudieron a despedirlo. Dejando a un lado lo fantástico de este cuento –que mis amigos juran es verdadero–, resulta hermoso imaginar que bajo una de las múltiples lunas venecianas, un cortejo compuesto por multitud de gatos asumieron el control de una ciudad en el que los humanos quedaron relegados al papel de durmientes. Todo ello también topamos en este magnífico trabajo en el que Ceyran Torun y el fotógrafo Charlie Wupperman han unido sus esfuerzos para mostrarnos las peripecias callejeras de un grupo de gatos sin dueño que reivindican un espacio en una ciudad habitada por 20 millones de humanos. Uno de los elementos alquímicos de este paseo fantástico radica en la prudente y respetuosa distancia que adopta la cámara a la hora de seguir la singladura de los protagonistas de este cuento urbano y coral tejido a través de los comentarios realizados por los humanos los cuales guiaron primero a las responsable del filme a través de una serie de historias en las que asomaban las secuencias de un gato que puntualmente robaba al propietario de una pescadería o qué gatos se colaban en las casas del vecindario. Todo ello es filmado desde la perspectiva gatuna, con una metódica precisión.