La carrera más espectacular del Mundial se la lleva Mo Farah
Los siete primeros clasificados de la final de los 10.000 metros bajaron de los 27 minutos. Los rivales de Farah idearon una encerrona.

Ya puede correr Usain Bolt en ocho segundos la final de los cien metros, porque ni entonces será más espectacular que la final masculina de los 10.000 metros. Mo Farah volvió a ganar el oro en una prueba durísima, en el que el británico de origen somalí obtuvo la mejor marca del año, muy por debajo de los 27 minutos, saliendo vivo de una auténtica encerrona. ¡Los siete primeros clasificados de la final bajaron de los 27 minutos!
Una encerrona en el que todo el cuerno de África se puso a una para derrotar al campeonísimo Farah. El favorito se vio tan acogotado durante varias vueltas, que solicitó mediante gestos el ánimo del público. Al final, la velocidad terminal de Farah marcó la diferencia, pero la calidad la pusieron sus rivales, sobre todo el ugandés Cheptegei, que hace unos meses se vio privado del oro de la final del Mundial de cross por una inoportuna pájara. Anoche, por su parte, llevó el peso de la carrera, pidió el relevo a sus hermanos del cuerno de África, como si de un Julius Nyerere –el libertador de Tanzania– o todo un Nelson Mandela se tratase, y todavía tuvo fuerzas para ganar la medalla de plata.
Mo Farah deambuló arriba y abajo de un pelotón que se movió a tirones, metáfora de un continente negro que tiene tanto potencial como anárquico carácter. Hasta los atletas etíopes, tan calculadores ellos, entraron en la vorágine de cambios, relevos y tirones que manejaron los kenianos Tanui y Muchiri junto con el mentado Cheptegei, al tiempo que Farah pasaba de cuando en cuando a la cabeza de la carrera, en parte para ralentizar la prueba, así como para plantar cara a sus rivales, mientras solicitaba ayuda a un Estadio Olímpico que veía alucinado y enardecido el espectáculo.
Ataque de 800 metros
Mo Farah decidió que se acabó la fiesta a falta de dos vueltas. Y nadie le volvió a tomar la delantera, pero el británico tuvo que sufrir y sudar, hasta el punto de que en su zurrón no había muchos más cambios de ritmo.
Pero con lo que tenía había más que de sobra. Los rivales de Farah pagaron con creces el duro trabajo realizado a lo largo de la prueba. En especial la armada etíope, compuesta por Yimer, Hadis y Belihu, porque se quedó fuera no solo de las medallas, incluso fuera de la pelea en los metros finales. Entre los kenianos, Tanui se agarró a la medalla de bronce, superado en los últimos metros por esa tremebunda sorpresa llamada Joshua Kiprui Cheptegei, auténtico ejemplo de correr sin guardarse nada y que, aunque no conquistó el oro, obligó a Mo Farah a despedirse de la distancia de los diez kilómetros ofreciendo su mejor cara y, de paso, la que merece ser la carrera más recordada de los Mundiales de 2017, con permiso de Bolt y los suyos.
Ojo con Chris Coleman
Las pruebas de 100 metros fueron la otra gran atracción de la jornada. Y ojo, porque Usain Bolt tiene un rival con todas las letras con el estadounidense Chris Coleman.
Con 9,82 segundos, el norteamericano parte con la mejor marca mundial del año y ayer, pese a no marcar el mejor registro, fue el que mejores sensaciones dio. Partiendo por la calle ocho, Coleman dominó su prueba y entró casi caminando, haciendo una marca de 10,01. El mejor, marcando su mejor registro, fue el jamaicano Julian Forte, capaz de firmar un 9,99, siendo esta su mejor marca.
En cuanto a Usain Bolt, hay que reconocer que tiene al público metido en el bolsillo. Entre las bromas que se fueron gastando mutuamente la mascota del Campeonato y él, su grata expresividad para con un público ávido de su héroe en una de sus últimas carreras, dio casi igual lo que hizo en la prueba. No dio el miedo que dio Coleman, pero a pesar de una salida algo defectuosa, controló el tiempo y a sus rivales en todo momento, permitiéndose el lujo de acelerar no más de 40 metros y entrar alargando los zancos, casi más al trote que al galope, para llevar su serie con un registro de 10,07, octavo mejor tiempo de los participantes.
En cambio, Justin Gatlin debió padecer el papel de malo de la película. Castigado por dopaje durante cuatro años, el estadounidense se ganó todos los silbidos del mundo, en la que para más inri fue la serie más accidentada. Thando Roto, sudafricano que llegaba a Londres habiendo bajado de los 10 segundos, se escapó en la salida y se vio eliminado. Ajeno a estos avatares y a los silbidos de los espectadores, Justin Gatlin se metió en semifinales con un 10,05 más que sobrado.
Aunque quien peor lo pasó fue el jamaicano Yohan Blake, que entró en segundo lugar –clasificaban los tres primeros– de su serie, con 10,13 y dejando la sensación de ir excesivamente forzado, aunque habrá que ver si en las semifinales –y en la final, caso de clasificarse– ofrece un nivel más cercano a sí mismo, después de que este año haya clavado el cronómetro en 9,90 segundos, por no mencionar sus 9,69 segundos como mejor registro.
La gran decepción
La primera jornada dejó también una terrible decepción en la pertiguista Jennifer Suhr. Medalla de oro en Londres 2012 y plata en Beijing 2008, la estadounidense se quedó fuera de la final al no pasar un corte que estuvo en 4,50 metros, cuando Suhr ha llegado a franquear el listón sobre los 5,02 metros.

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