Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Dos mensajes del rey

Concluyó la 74ª edición del Festival de Cine de Venecia, y una vez más, el Video On Demand volvió a ser protagonista. No tanto como en Cannes; no de aquella manera tan violenta, pero sí con la suficiente presencia como para, al menos, poner en algún apuro a la organización del certamen... y luego, para dar aún más brillo a su alfombra roja. La ciudad de los canales enmudeció y se maravilló con el glamour que, todavía hoy, irradian dos estrellas de la talla de Robert Redford y Jane Fonda. Ambas convocadas a la cita para recibir sendos premios honoríficos, y también para presentar su nueva película juntos: “Our Souls at Night”.

Dicho film está financiado, por cierto, por Netflix. Ese monstruo; esa máquina imparable de hacer series y películas. Un ritmo productivo impresionante que además está sustentado, de manera cada vez más evidente, por grandes nombres de la industria. Actores, actrices, directores... Autores que acuden a la llamada de Ted Sarandos, mandamás de dicha empresa. Estas últimas semanas, el panorama del VOD ha estado monopolizado por los dos últimos mensajes mandados por Netflix, el rey de este territorio. Dos películas firmadas por dos directores destinados a marcar tendencia.

El primero de ellos, el belga Fabrice Du Welz, quien dio el esperado salto a los Estados Unidos con “A Message from the King”. Asociándose con una de las estrellas emergentes del nuevo Hollywood, Chadwick Boseman, el director firma un estiloso thriller al filo de la blaxploitation, pero con un tono mucho más serio (y digno) al de aquellas icónicas cintas.

La historia está planteada como una angustiosa búsqueda. La de un hombre que perdió la pista de su hermana en Los Angeles, y que teme que le haya podido pasar lo peor. A partir de ahí, nos espera un poroso descenso a los infiernos de la ciudad californiana. Una odisea urbana violenta nada esclava de los tempos y modas del cine de género actual. Una vez más, Du Welz demuestra personalidad propia imprimiendo al relato un tempo pausado (pero muy intenso) y deteniéndose, como solo él sabe, en las atmósferas que conforman la cara oculta de la ciudad. Al final, queda una hipnótica historia de violencia casi ambiental. Un mensaje para enmarcar de un realizador superdotado a la hora de mezclar el suspense con la acción.

Otro experto en la mezcla genérica es Adam Wingard, quien con “Death Note” ha firmado una de las películas más desconcertantes de la temporada. La esperada adaptación americana a imagen real del manga de culto de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata es, dígase ya, un lujoso desastre. Un claro exponente, también, del reverso oscuro de Netflix.

La película parece que en ningún momento escatime en gastos, y en esta feliz algarabía es cuando el producto muestra todas sus luces y sombras. Alejado de la gravedad y poso filosófico de la materia prima, Wingard hace bandera de la despreocupación, concibiendo así un fantastique teenager divertido (seguramente más de lo que debiera), cuya refrescante ligereza atenta, eso sí, directamente contra el espíritu del original.