Amenudo el sector más perezoso de la crítica cinematográfica despacha a la comedia gamberra femenina como si fuera un mero calco de la masculina, intercambiando los papeles. Pero no es así, porque al estar hecha por mujeres ofrece otro punto de vista bien diferente de lo que para una persona que trabaja dentro y fuera de casa significa el disfrutar de un merecido descanso y la necesaria dosis de diversión. Aunque “Fun Mom Dinner” ha sido realizada por la debutante australiana Alethea Jones, se puede considerar como autora de la película a la guionista Julie Rudd, que es pareja del actor Paul Rudd en la vida real, y por eso hace un cameo en el que le gasta una muy irónica broma. Las ideas que ha vertido en esta historia de ficción se inspiran en su propio día a día, al tener que compaginar la escritura con las tareas domésticas. Resume muy bien lo que siente como esposa insultada en el diálogo en el que el marido se ofrece a hacer de “canguro” como algo excepcional, como si los niños no fueran también suyos.

Otro elemento indiscutiblemente diferencial de la comedia gamberra femenina es el diseño de personajes, que en “Fun Mom Dinner” queda de nuevo muy de manifiesto. En este tipo de películas las actrices con un físico corriente, que las dejaría fuera en cualquier casting del Hollywood más convencional, encuentran papeles a su medida. Es un poco como lo que sucede con las modelos de pasarela que no entran en la talla 34. Y si no que se lo digan a Bridget Everett, que ejerce como la grandullona del grupo de amigas. Hasta la fecha solo la había visto como secundaria, pero aquí demuestra su sobrada capacidad estelar y sentido del humor, pues sabe reírse de sí misma y no le importa disfrazarse de mascota.

Sus compañeras de reparto participan de ese mismo espíritu desinhibido, haciendo de malas madres por una noche.