Monica Bellucci, elegante y correcta ante sus fans
La italiana Monica Bellucci recibió el tercer y último Premio Donostia de este año de la mano de su colega de profesión John Malkovich. Elegante y correcta, agradeció el galardón sin extenderse en su discurso. Tampoco se excedió demasiado en la rueda de prensa que ofreció por la tarde, en la que se mostró correcta pero sin posicionarse ante temas como la crisis humanitaria de Siria, el feminismo y las mujeres actrices, o el propio cine vasco.

No es la primera vez que Monica Bellucci pasa por Zinemaldia, pero esta ocasión es, sin duda, especial. La italiana recibió anoche el tercer y último Premio Donostia de esta 65 edición del festival en homenaje a toda su carrera en una gala celebrada, por primera vez, en el Velódromo de Anoeta ante 3.000 espectadores.
En su breve discurso afirmó estar «emocionada», aunque al público apenas le dio tiempo a comprobarlo, y agradeció el «honor» al festival que tanto respeta. El premio lo recibió de la mano del actor y presidente del jurado oficial, John Malkovich, que ya obtuvo el mismo galardón en 1998.
En una sesión doble se proyectaron dos películas elegidas por la propia actriz: “Bajo sospecha” y “Malena”, ambas estrenadas en el año 2000. La primera se enreda en una trama policiaca en la que un policía encarnado por Morgan Freeman interroga a Gene Hackman, un abogado que se ha visto implicado en un crimen. Durante el interrogatorio salen a la luz secretos de su vida marital con el personaje de Bellucci.
En “Malena”, la intérprete es protagonista absoluta de una cinta que fue muy criticada por su representación de la sexualidad adolescente. Maddalena Scordia, conocida como Malena en el pueblo, es el objeto de deseo de un niño de 12 años, quien le observa y persigue.
Sobre “Malena” habló durante la rueda de prensa previa a recibir el premio, título que guarda en su memoria con especial cariño porque le dio la oportunidad de viajar por todo el mundo. «Rodé durante 5 meses en Sicilia con Giuseppe Sulfaro y fue una película muy italiana e importante para mí porque gracias a ella tuve oportunidad de rodar después en EEUU. Es una película muy violenta. La violencia y la poesía siempre forman parte de mi trabajo», mencionó para más tarde hablar también sobre “Irreversible”. «El cine es una interpretación de la realidad, pero no es la realidad. Gracias a Dios nunca he pasado por algo así –incidió haciendo referencia a la brutal violación que sufre su personaje–, pero toda mujer sabe lo que significa. “Irreversible” es violenta pero también trata sobre el amor. Cuando se presentó en Cannes fue un escándalo, y hoy en día es una película de culto que se estudia en la universidad. Cuando haces una película no sabes lo que va a pasar con ella. He tomado algunas decisiones en mi carrera, y puede que más adelante las entienda», manifestó la homenajeada.
En su día afirmó que “Malena” era su mejor película hasta ese momento, pero ayer no quiso mojarse y simplemente dijo que es difícil elegir entre las películas que ha interpretado y los directores con los que ha trabajado porque cada uno de ellos le ha permitido crecer. En ese sentido, dijo que hubo películas que tuvieron mucho éxito, otras no tanto y algunas que ni siquiera llegaron a estrenarse, pero aun así aseguró que «si retrocediera en el tiempo haría exactamente lo mismo, porque he aprendido muchísimo».
De hecho, su trabajo como actriz «es una experiencia humana» para ella, por lo que recibir el Premio Donostia supone «un honor» porque viene de un festival que «respeto muchísimo». «Para mí el trabajo es mi pasión», comentó para continuar diciendo que «recibir un premio no solamente es una cuestión de ego, también es una cuestión de amor. He trabajado durante 25 años y es maravilloso ver el afecto, amor y respeto. Todos necesitamos eso», señaló.
Tal es el amor que siente por su trabajo que preguntada por si se ha planteado pasarse al otro lado de la cámara y dirigir una película, la italiana dijo que no rotundamente. «Me gusta mi trabajo como actriz y creo que todavía tengo que aprender mucho. Además, sigo sintiendo la misma pasión. No creo que nunca vaya a dirigir, quizás producir, escribir o reunir gente con diferentes talentos, pero dirigir nunca. Tengo demasiado respeto hacia esa profesión», aseguró.
Las mujeres en el cine
Pero las preguntas de los periodistas no solo se enfocaron en su carrera como actriz. De hecho, recibió algunas cuestiones que debieron resultarle incomodas pues no las respondió concretamente a pesar de que intentó hablar sobre el tema expuesto.
Por ejemplo, le preguntaron su opinión sobre la crisis humanitaria en Siria y ella dijo que en los países que padecen sufrimiento «el arte es importante porque con él se pueden expresar las ideas». «En Italia, durante la Segunda Guerra Mundial fue el peor periodo políticamente hablando, pero artísticamente fue muy bueno porque pudimos expresar la libertad. Donde no hay libertad intentan suprimir el arte porque con él se puede expresar, pero nadie puede detenerlo».
También salió a la palestra el tema de las mujeres en el cine, pues ella a sus 53 años forma parte de ese colectivo que en la industria ya no parece interesar. De hecho, en Hollywood las actrices de la talla de Nicole Kidman y Reese Witherspoon se han reunido y han creado sus propias películas para poder seguir trabajando. «Creo que las cosas están cambiando y las mujeres también. Las mujeres tienen mucho más respeto hacia sí mismas, somos diferentes a nuestras madres y abuelas, somos más valientes y más libres. Este cambio es algo de esta generación, dado que nos respetamos más en todas las profesiones, y por eso nos respetan a nosotras más. Por eso vemos actrices increíbles que siguen teniendo su carrera. Me parece hermosísimo ver esta evolución», culminó.
La rueda de prensa continuó por la misma línea, y Bellucci comentó que ha luchado toda su vida «por ser independiente». En ese sentido, dijo que las mujeres no solo tienen que luchar por ser independiente económicamente sino también ideológicamente. «Algunas son independientes fuera del hogar, pero cuando regresan a casa ya no tienen poder. Cuesta salir de una especie de tradición de la que venimos, que ve a las mujeres en el hogar cuidando a los niños y sin derecho a poder hablar. Tenemos que salir de ese sentimiento de temor, que viene de nuestras madres, y a su vez de sus madres».
En su opinión, la desigualdad entre hombres y mujeres no es una cuestión «que ocurre hoy», sino que las mujeres «llevamos años luchando» para conseguir la igualdad. «En la sociedad las mujeres tenemos que luchar para conseguir muchas cosas, estamos bajo presión en todo momento: trabajamos, cuidamos de los niños... hacemos tantas cosas, y a veces la sociedad no nos da oportunidad de llevar nada más a cabo. Damos a luz y a los tres meses tenemos que volver al trabajo, y dejar a tu bebé atrás con solo tres meses es muy duro. Eso significa que las leyes no las aprobamos las mujeres», señaló en el único momento en el que manifestó su opinión más claramente, saliéndose ligeramente de la postura correcta y comedida que mostró durante todo el día.
Fue inevitable que saliera el tema del atractivo de la actriz, sobre lo que habló «como siempre», según ella dijo. «Claro que en mi carrera muchísimas veces me han preguntado cosas sobre la belleza, pero siempre digo lo mismo, que la belleza solo dura cinco minutos. Si eres guapa la gente se siente curiosa, pero si no hay nada detrás de esa belleza nada va a suceder. Tengo casi 53 años y sigo trabajando, así que supongo que no solo se trata de mi belleza», aseguró sugiriendo que algo tendrá que ver su labor como actriz.
Más ayudas para el cine
Preguntada sobre el cine vasco, no quiso opinar sobre ninguna película en particular ni se centró demasiado en el caso concreto de la industria local. Sin embargo, la comparó con la italiana, a pesar de no conocer realmente la situación que vive nuestro cine: «Quizás hay el mismo problema que existe en Italia. Hay mucho talento, buenos actores y directores, pero el problema es económico y político. Si no hay dinero para realizar películas por primera vez, es difícil encontrar nuevos directores y nuevos actores».
Así, mencionó que en el Estado francés hay «mucha ayuda política» para ayudar a las artes como el cine, la ópera o el teatro, y por eso se realizan cerca de 250 producciones anuales mientras que en Italia salen unas 100 películas al año, «por lo que necesitamos más ayuda».

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