Jean-Pierre Léaud, el león y el invierno

En 1959, el mundo descubrió a Jean-Pierre Léaud, por aquel entonces un crío malcarado de apenas 15 años de edad, cuya mirada se perdía en las olas del mar, en el horizonte, y por último, en nosotros mismos. François Truffaut quedó prendado; el público, igual.
Lo que sigue a continuación es ni más ni menos que la historia del cine, la cual parece que haya ido avanzado al ritmo biológico de tan gran actor. Por cierto, al hombre le vimos por última vez postrado en la cama, luchando consigo mismo por comer, beber, hablar y respirar. Se moría y, finalmente, se murió. Era la magnífica “La muerte de Luis XIV”, de Albert Serra, película a la que volvemos, de aquella manera, en “Le lion est mor se soir”.
Cuando ya parecía todo vendido, a Zinemaldia le quedó tiempo para encontrar la última joya de la competición. La nueva película de Nobuhiro Suwa empieza, precisamente, con Léaud interpretándose a sí mismo... interpretando a un personaje que se muere. Pero no. No lo logra. No se cree el papel.
De modo que se va, y busca una casa, y la encuentra, y ahí conoce a unos mocosos que filman una película, y coincide con un fantasma del pasado... Y nosotros, mientras, como los niños. Boquiabiertos ante el milagro de las imágenes en movimiento, de cómo estas nos hablan de la vida, de la muerte, de ellas mismas... y claro, de Jean-Pierre Léaud.

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