Alvaro Reizabal
Abogado
JO PUNTUA

El millón habitual

El autodenominado Generalísimo Franco, Caudillo de España, gustaba de organizarse baños de masas totalmente espontáneos, obviamente, que siempre se celebraban en la Plaza de Oriente de Madrid, a cuyo balcón se asomaba acompañado de su esposa «La Collares», saludando al populacho que les vitoreaba. Allí presentó a su heredero digital Juan Carlos de Borbón, que, faltaría mas, también fue aclamado por ese millón de personas.

Y es que, pasara lo que pasara, en la Plaza de Oriente siempre había un millón personas.

La horda rojo-separatista intentaba demostrar con números en la mano que en ese recinto no cabían más de 175.000 almas ni aunque las metieran como a sardinas en lata, pero no era más que el fruto de la inquina y de la cochina envidia que les corroía las entrañas.

Al término de la manifestación del domingo en Barcelona de lo que dicen que es la mayoría silenciosa, el locutor que intervenía al final de la misma, se desgañitaba jubiloso anunciando que le acababan de comunicar que se habían alcanzado los novecientos cincuenta mil asistentes, y que aún quedaba gente en la salida.

O sea que el millón de costumbre estaba conseguido. O casi.

No cabe duda de que también al desfile del 12 de octubre, otrora Día de la Raza, habrá asistido, cuando menos, el millón habitual, pues no en vano han cambiado el itinerario para facilitar el acceso y que se pueda disfrutar más de cerca del orgullo de ser español, español, español…

En realidad habría que decir un millón uno, pues hay que incluir a la cabra de la legión de los novios de la muerte.

Ahora van a por otro millón: el de empresas que trasladan su sede lejos de Catalunya. Por eso les ponen alfombra roja para que el éxodo se lleve a cabo de forma exprés, eliminando todos los obstáculos formales, para así hinchar la cifra y publicar a los cuatro vientos la lista de los que se van cada día. Es la guerra económica.