Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Sitges, versión extendida

Si se me permite el arrebato de nostalgia precoz, recordaré en estas líneas uno de los momentos más tristes del año: aquel en el que te das cuenta que no podías estar más lejos del próximo Festival de Cine Fantástico de Sitges. Terminó la 50ª edición del certamen “de género” más importante del mundo, y claro, a los que nos va la caña, no podemos evitar sentirnos desamparados. Casi huérfanos.

La Meca del fantastique cumplió medio siglo de vida, con la promesa (o amenaza) de cumplir los que hagan falta con tal de seguir sumando adeptos para una parroquia (la de las películas, de terror, de sci-fi, de acción...) que cada año que pasa se confirma más como incontenible legión. Así, con la vista ya puesta en la 51ª edición (dedicada esta a la magistral “2001: Una odisea del espacio”, de Stanley Kubrick), dedico este espacio a mirar también para atrás, y recuperar así en el universo VOD los rastros de Sitges. Por aquello de combatir la morriña y, claro, para reivindicar el buen cine de género, que nunca está de mas.

En Netflix, por ejemplo, damos con la vencedora en 2015 del Premio a la Mejor Película en Sitges. “La invitación”, de Karyn Kusama, es precisamente una invitación de lo más tentadora a adentrarse en las últimas tendencias del fantástico. No solo hablo de la nueva ola femenina que está plantando su bandera en dichas latitudes, sino también de ese indie que supera las barreras tradicionales en la producción con puro ingenio.

En el caso que ahora nos ocupa, se nos plantea una acción de naturaleza teatral (una extraña velada que respeta a rajatabla las unidades de tiempo, espacio y acción) para hablarnos de sectas, de misteriosas desapariciones y, quién sabe si del fin del mundo. Todo esto concentrado de forma inteligente e intensa entre las cuatro paredes de una casa que no es otra que la de un cine que ha aprendido a suplir la espectacularidad de los efectos especiales con la inteligencia en la escritura y la solidez en las interpretaciones. Argumentos más que suficientes para poner los pelos de punta.

Mientras, Filmin no ofrece la oportunidad de recuperar “White God”, última película hasta la fecha de Kornél Mundruczó, flamante rey de Sitges gracias a “Jupiter’s Moon”. Este film de 2014 podría definirse como una versión canina (y húngara) del “origen del planeta de los simios”. Tan arriesgado como, a la postre, acertado. El cineasta magiar luce músculo y cerebro en esta absorbente parábola sobre los colectivos maltratados, suerte de profecía oscura sobre los males que, desde aquel entonces, han acosado a Europa.