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El exvicepresidente regresa a Zimbabue dispuesto a suceder a Mugabe

El exvicepresidente de Zimbabue Emmerson Mnangagwa ha regresado al país, dispuesto a suceder al presidente, Robert Mugabe, que se resiste a abandonar el poder, a pesar de las presiones del Ejército tras el golpe militar, y a la pérdida progresiva de apoyos.

El exvicepresidente de Zimbabue Emmerson Mnangagwa, cuya destitución provocó el golpe militar, ha vuelto al país, donde el presidente, Robert Mugabe, se resiste a dejar el poder.

Mnangagwa, considerado hasta hace poco sucesor de Mugabe –que a sus 93 años es el jefe de Estado en ejercicio más anciano del planeta– huyó de Zimbabue tras su cese el 6 de noviembre, cuando fue acusado de «deslealtad» hacia el presidente.

En el exilio, Mnangagwa criticó duramente a Mugabe y a su esposa, Grace, acusándolos de creerse «semidioses», y prometió volver al país para dirigir el Zanu-PF, el partido en el poder.

El jueves cumplió su promesa y regresó a Harare, la capital, pocas horas después de que Ejército saliera a la calle y pusiera a Mugabe en arresto domiciliario.

El nombre de Mnangagwa es ahora uno de los que más suenan para dirigir la salida de Mugabe. Según la Constitución de Zimbabue, en caso de dimisión, fallecimiento o impedimento del presidente para ejercer sus funciones su sucesor es el vicepresidente hasta que haya nuevas elecciones.

Sin embargo, Mugabe rechazó el jueves de plano dimitir durante una reunión con el jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Constantino Chiwenga, en la que también participaron dos enviados especiales sudafricanos. El presidente apareció ayer por primera vez en público desde el golpe militar, un nuevo signo de su intención de mantenerse en el poder. Vestido con una toga y un gorro de universitario, participó en una ceremonia de entrega de diplomas en la universidad de Harare.

El jueves ya apareció sonriente y relajado frente a una chimenea en una imagen de su entrevista con el general Chiwenga. El Ejército anunció que sigue negociando con Mugabe «sobre la próxima etapa». El miércoles los militares tomaron el control de Harare para apoyar a Mnangagwa, convertido en el principal enemigo de la mujer del presidente, que forzó su caída para convertirse ella misma en sucesora de su marido.

El vicepresidente cuenta con apoyo entre los militares, sobre todo entre los veteranos de la guerra de independencia, que rechazan de plano que Grace Mugabe, que contaba con el apoyo de la Liga de las Mujeres y de los jóvenes del partido, llegara al poder.

Pero el presidente va perdiendo apoyos. El jueves los jóvenes admitían su «error» y ayer las secciones provinciales del partido gobernante aprobaron una moción de censura contra Mugabe, y lo declararon «demasiado viejo e incapacitado» para gobernar y dirigir el partido. Sus líderes se disponen a apartarlo si el mandatario se resiste a las presiones del Ejército para que renuncie.

A su vez, el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, evitó respaldar al presidente, y se refirió a la crisis como una «oportunidad» para tomar un «nuevo camino» democrático.

Organizaciones civiles y la asociación de veteranos de guerra preparan para hoy una marcha en Harare para forzar la dimisión Robert Mugabe.