Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Últimos deberes de 2017

Por poco no lo contamos. Fue muy por los pelos, sí, pero lo importante es que sobrevivimos a otras navidades. Se acumularon las comilonas, las farras y los reencuentros con aquellos seres que más dolor pueden ocasionarnos. Estos y muchos más obstáculos fueron superados en angustioso in extremis. Malo para nuestro corazón; bueno para la épica de un relato (el nuestro) que busca, ahora, nuevas gestas para seguir creciendo en el siempre peligroso reino del auto-engaño.

2017 quedó atrás en el calendario. Ante nosotros, un 2018 que exige la habitual exhibición de ego para empezar con buen pie la nueva temporada. Toca escribir la enésima lista de buenos propósitos... aunque solo sea para estamparnos, tarde o temprano, contra el muro de nuestra propia vagancia. Cosas de las huidas hacia delante.

Antes que protagonizar, una vez más, tan lamentable espectáculo, no está de más mirar atrás y aceptar que el año anterior aún nos dejó muchos deberes por hacer. A Netflix, por ejemplo, le dio tiempo para presentar mundialmente dos de las apuestas más ambiciosas en la historia del Video On Demand. Por partes.

En primer lugar, llegó David Ayer, director con mucho trabajo pendiente: básicamente, hacernos olvidar el aberrante tropiezo que supuso su último trabajo. Después de “Suicide Squad”, el director de Illinois, fiel a su estilo, siguió apostando por el thriller de bandas urbanas. “Bright”, que así se titula la película en cuestión, podría pasar perfectamente a la historia... aunque solo sea por ser la primera súper-producción (mediocre) que no pudo gozarse en ninguna sala de cine. Quintaesencia de las conquistas de 2017.

La historia nos sitúa en Los Ángeles, mega-urbe donde conviven humanos, ogros, hadas y elfos. El guion de esta invasión “tolkieniana” lo firma Max Landis, lo cual es una invitación a instalarse en la línea que separa la genialidad de la memez.

Así se muestra el film durante sus casi dos horas de duración. Como una estúpida (y en parte por esto disfrutable) montaña rusa en la que la acción de Mr. Ayer vuelve a brillar por su realismo delirante, y en la que los elementos fantásticos son usados como obvia pero a la vez eficaz herramienta para apretar las tuercas a otro recordatorio que nos dejó 2017: esto es, las tensiones raciales en el seno del melting pot estadounidense.

Hablando de... la apuesta de prestigio de Netflix fue sin duda “Mudbound”, drama de época con fuerte carga racial. La directora Dee Rees se hizo con los servicios de un reparto de lujo para llevarnos al Mississippi de los años 40. Un escenario rural, caluroso, sudoroso y regido por las injustas leyes del racismo. Explosiva combinación, más volátil si cabe cuando se le añaden las heridas mal sanadas de la Segunda Guerra Mundial. La realizadora luce en todo momento un gusto envidiable por la filmación preciosista (a ratos, con poco a envidiar al maestro Terrence Malick). Invoca así una potente tempestad sensorial que en los momentos más inspirados eleva hasta cotas de gran cine, un texto que entiende e ilustra muy bien la naturaleza trágica de la crónica (histórica) afroamericana.