Este es un libro interesante, documentado, mordaz y bien escrito. Varoufakis despliega toda su inteligencia, su conocimiento y su «background» cultural para relatar su experiencia como ministro de Finanzas tras la llegada de Syriza al poder en Grecia y durante las negociaciones con la Troika. Gran parte del libro está basado en las grabaciones que él hizo en esas reuniones, lo cual añade al manuscrito un interés particular. El titulo está de hecho cogido de una frase de Christine Lagarde, por la que el economista griego muestra un respeto intelectual muy grande. Su fascinación por los inteligentes y su desprecio a los mediocres es una constante.

Tal y como reza el subtítulo, cuenta «mi batalla contra el establishment europeo» y lo hace de manera extensa y brillante. Demasiado extensa –haber obligado al editor a aceptar semejante volumen muestra la capacidad de convicción y negociación de Varoufakis–, en algunos pasajes áspera para quien no domine unas nociones básicas de economía, y en lo que a él respecta demasiado brillante, quizás.

Aunque la crítica a sus antiguos compañeros es comedida y busca ser justa, hay algo de infantil en el ego que demuestra Varoufakis, en la manera de relatar sus heridas personales y políticas –totalmente lógicas, por otra parte–. A partir de un punto eso choca con el espíritu que recoge el título. No deja de ser una venganza y no acaba de tener sentido con el posicionamiento que el líder de DiEM25 busca. En cierta medida, lo que le salva en el pasado le condiciona como interlocutor a futuro.

Aun siendo Varoufakis el protagonista absoluto –son sus memorias–, más allá de Tsipras y de la jauría de hienas y mequetrefes del otro bando, el manuscrito deja para mí otro nombre: Euclides Tsakalotos, su compañero, sucesor y el que según él más le decepcionó. Sus memorias, si las escribe, serían un gran contrapunto a esta visión parcial pero muy interesante, egocéntrica pero honesta.