Amaury HAUCHARD (AFP)
Libreville

RICHARDSON COMPARTE CONOCIMIENTOS EN LOS BANQUILLOS AFRICANOS

El emblemático Jackson Richardson, quien luciera sus rastas como jugador de aquel gran Portland San Antonio entre 2000 y 2005, entrena actualmente a la selección de Gabón. Han llegado a cuartos de la Copa África por primera vez desde 2006, pero el reto es mucho más ambicioso.

De mejor jugador del mundo a seleccionador de Gabón. Reconocible por sus rastas durante su esplendor deportivo como jugador, el emblemático central francés Jackson Richardson luce hoy en día el pelo corto mientras desplega su sabiduría en los banquillos de la Copa de África que se disputa en Libreville. En sus nuevas labores de entrenador en ese país de África central, el francés ha sido pieza clave para que los aficionados sigan soñando y que su selección dispute los cuartos de final de la cita continental por primera vez desde 2006. «Siempre fue un sueño para mí poder entrenar a una selección», reconoce a la agencia AFP el doble campeón del mundo (1995 y 2001) y gran figura de la selección francesa de los años 90.

¿Por qué Gabón? «Usted sabe tan bien como yo que el equipo de Francia tiene entrenadores bien capaces», contesta con una sonrisa, en referencia a los técnicos del combinado galo, todos ellos antiguos compañeros suyos en la elite del balonmano francés. «Gabón me dio la oportunidad de venir aquí», añade con simpleza para explicar el contrato que firmó para dos años. Si bien algunos no dejan de recordar también las motivaciones económicas –Richardson cobra unos 15.000 euros al año pero hay que añadirle las primas del Estado gabonés, según una fuente próxima al equipo–, el protagonista ve en esta aventura un «nuevo reto».

El pasado lunes, en un flamante pabellón inaugurado con gran pompa por el presidente Bongo algunos días antes del arranque de la Copa África, el entrenador-estrella se desgañita desde la banda y no ceja en dar indicaciones a sus jugadores. Pero después de haber llevado la iniciativa en el marcador durante mucho tiempo frente a Camerún, los gaboneses finalmente conceden un empate (29-29). Desde el banco, el exjugador con más partidos en la selección francesa (417), cansado, intenta serenarse. «Sabemos que todavía hay algunos errores de juventud en la ejecución. Nos toca darles a los jugadores los medios para poder seguir mejorando, para crear algo», analiza.

Porque es precisamente el poder «crear algo» lo que le ha llevado a un país que no es una tierra de balonmano, pero que quiere dotarse de los medios para convertirlo. Por ejemplo, y con el objetivo de reforzar la competitividad en el equipo, Gabón les dio la doble nacionalidad a cinco jugadores franceses unos meses antes de la competición. Y para la Copa África también se han repartido entradas gratuitas por la preocupación de que el evento no resultara atractivo para los aficionados.

«El entrenador es bueno, pero pienso que nuestros recursos no son dignos de comparación. Vamos a hacer una gran nación de balonmano», asegura el ministro de Deportes gabonés, Matías Otounga Ossibadjouoa. «Estoy seguro de hay un montón de personas entre el público que vienen a ver el equipo nacional, pero que no conocen el balonmano», admite Richardson. Una semana después de la tradicional carrera ciclista La Tropicale Amissa Bongo, y un año después de haber organizado la Copa África de fútbol, Gabón sigue empeñado en fomentar “la unidad nacional”, y promover su imagen internacional, después de las polémicas elecciones presidenciales de 2016.

«Hacia el Grial»

Para Richardson, que intenta seguir el camino de gente como Caude Le Roy y Hervé Renard, entrenadores franceses que se abren paso en el fútbol africano, el objetivo es claro: «Alcanzar el Grial», tal y como anunciaba poco después de su contratación. Un título con una selección sería el primer paso, pero el exjugador, que anunció su retirada en 2009 y entrenó a equipos del campeonato francés como Chambéry o Dijon, apenas ha podido ejercer en los dos últimos años.

«Algunos dicen que un gran jugador jamás será un gran entrenador, pero Zidane ha demostrado lo contrario en el fútbol. Pues es en lo que nos tenemos que fijar. Le aseguro que nuestro entrenador es un auténtico señor y lo vamos a demostrar», asegura el jugador Yannick Aubyang Milama. ¿Y qué es lo que más le importa a Richardson? «Llegar lo más lejos posible y que los jóvenes, los futuros jugadores, sientan envidia por el placer de saltar a la cancha».