Koldo LANDALUZE

Demasiado gigante

El listado de premios y los entresijos de la propia gala de los Goya 2018 confirman el status de una industria cinematográfica –la estatal– que tiende a ser excesivamente autocomplaciente, y dan una idea aproximada de la nula capacidad autocrítica que debería anidar en un modelo creativo que no debería asumir su rol de reflejo en un escaparate artificial. Ejemplo de esto último es un palmarés incomprensiblemente acaparado en dos de sus premios “gordos” por un producto como el que ha planteado una Isabel Coixet empecinada en machacar todo lo que huela a independentismo catalán  y en el que, como buena ciudadana del mundo que es,  ha asumido de buen grado su rol de “víctima” de la sinrazón catalana asumiendo un protagonismo publicitario que sin duda le ha beneficiado en Madrid.

En el reflejo vacuo del escaparate de “La librería” apenas hay cabida para la emoción en estado puro y mucho menos para atrapar el reflejo de la silueta formidable de un gigante que ha demostrado tener mayor capacidad íntima a la hora de pulsar emociones. Los diez premios que le han sido otorgados a “Handia” deben ser asumidos como las diez palmadas sonoras, pero condescendientes, con los que la Industria ha querido obsequiar a una aventura humana dictada por esa dignidad creativa que habitualmente choca con los intereses comerciales y políticos.

Y si lo ocurrido con la película de Jon Garaño y Aitor Arregi puede resultar cuanto menos chocante, qué decir de lo que le ha deparado esta edición a la que, sin duda, ha sido la mejor película del pasado año, la producción catalana “Estiu 1993” de Carla Simón. Triunfadora en las secciones “Novel” y cuya presencia en el apartado de Mejor Película debía ser tomada como otra “palmadita” más por parte de la Industria.