Raimundo Fitero
DE REOJO

Agua

Dos vasos de agua, un local estrecho, como una bodega secreta, allí se perpetró el encuentro entre dos seres oscuros con la complicidad celestina de Jordi Évole. Si la diversión de algunos pringados es el tiro de la manta, dejando descubiertos los cuerpos y las cuentas bancarias de algunos dirigentes de la banda del PP, cada vez acercándose más al jefecillo heredero, M. Rajoy, lo cierto es que por alguna extraña razón que tiene mucho que ver con la mitología, en “Salvados” se habló de guerras de medios, del desorbitado y sobrevalorado periodismo deportivo.

Sí, allí se empezó con José María García, el Butanito, que fue desgranando parcelas de su vida profesional, de sus contactos, de su idea del periodismo, la ética, el dinero, la política y la vida política de confesionario, se pasó por el suegro de Urdangarin, que quedó, una vez más retratado y se acabó con un encuentro en la quita fase, que es la de «ustedes son unos primos, nosotros nos hemos forrado con su flojera», entre García y José María de la Morena, su sucesor en la SER y con quien mantuvo una cruenta guerra en los micrófonos y fuera de ellos. Y, al final todo por la pasta.

Pero quedó todo aguado, pasado por agua. Después de estar meses, años insultándose de manera pueril, barriobajera, insufrible, van y se juntan con Évole y parecen dos colegas de toda la vida, como si fueran dos actores que nos descubren el juego, dos trileros. Ambos fuera de la SER, ambos pensando que el mudo empieza y termina en el flequillo de Florentino Pérez y su negocios. Una entrega anecdótica, fruto de una mitomanía, de una entelequia, cuando la noches eran una pelea entre dos marcianos aferrados a unos contratos descomunales para entretener al personal con chorradas futboleras que se hacen fundamentales y patrioteras. Camellos de opio.