Víctor ESQUIROL
BERLÍN

Berlín, donde el compromiso va antes que el glamour

La 68ª edición del Festival de Cine de Berlín renuncia a la necesidad de congregar estrellas en su alfombra roja para así reafirmar, contundentemente, su apuesta por el cine de autor. La cita alemana se compromete así a explorar las latitudes más remotas del 7º arte... así como a incidir en las controversias y problemáticas que modulan nuestro mundo.

Febrero es ese fantástico mes del año en el que la cartelera de cine no sabe cómo gestionar el ingente número de grandes títulos que se le vienen encima. Es lo que conocemos como la recta final de la temporada Óscar. Son esos días cruciales en que las grandes apuestas de las grandes (y no-tan-grandes) productoras hollywoodienses se juegan la gloria eterna (véase “Moonlight”) o el ridículo más espantoso (véase, siendo crueles, “La La Land”).

Febrero es también, si se me permite, ese peligro en el calendario, marcado por esa mancha que no se borra. Y es que mientras escribo estas líneas, miro atrás (hacia el lugar de donde vengo, vaya) y respiro aliviado: Un año más, me he librado de celebrar San Valentín.

Todo esto viene a cuento de la Berlinale, ese festival de cine monstruoso en lo que a números se refiere (pues este año, con un presupuesto de 24 millones de euros, alberga 400 películas repartidas en más de 1000 proyecciones), pero al mismo tiempo humano, y mucho, en lo concerniente a sus líneas maestras.

Un año más, el equipo comandado por Dieter Kosslick ha seleccionado una cantidad mastodóntica de películas, y lo ha hecho, siempre según el mencionado, con plena consciencia del mundo en el que vivimos. «Deseamos reflejar la vida tal y como es», afirma el director artístico del certamen. Y sigue: «A través de nuestras propuestas, queremos mandar mensajes a nuestra clase política», en la que seguramente sea la declaración más quintaesencialmente “berlinalesa” desde la fundación de dicho festival.

Así se las gastan aquí. Mientras los demás (Cannes y Venecia, mayormente) se matan entre ellos con tal de que su alfombra roja deslumbre más que la del vecino, en Berlín la mayor preocupación parece ser dar voz a aquellas personas (y cinematografías) a las que normalmente no podemos (ni queremos) escuchar.

La crisis de los refugiados tendrá seguramente, por tercer año consecutivo, un papel central en la Berlinale. Pero también el movimiento feminista MeToo, omnipresente entre eventos, conferencias y servicios de atención a las afectadas por el acoso sexual.

De este modo, la Sección Oficial a Competición, la que adjudicará el Oso de Oro, se ve prácticamente despejada de celebrities. Más allá de Robert Pattinson (con “Damsel”, de los hermanos Zellner), Scarlett Johansson (una de las voces de “Isla de perros”, lo nuevo de Wes Anderson) o Gabriel García Bernal (protagonista de “Museo”, de Alonso Ruizpalacios), queda el espacio despejado para las vacas sagradas de la autoría.

El filipino Lav Díaz presentará “Season of the Devil”, un «musical anti-musical» de cuatro horas de metraje. Gus Van Sant, siempre imprevisible, traerá “Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot”, un drama de superación basado en hechos reales. Por su parte, el idolatrado Christian Petzold encabezará, con “Transit”, la comitiva alemana (con cuatro pretendientes del mismo país al Oso de Oro).

Mientras, en la sección complementaria Fuera de Competición, destacan tres nombres. Primero, el renacido Steven Soderbergh, quien con “Unsane” se atreve a rodar un thriller esquizofrénico con la única ayuda de smartphones. El segundo, el hijo pródigo José Padilha, quien sigue probando suerte fuera de su Brasil natal: en esta ocasión, con “7 días en Entebbe”, una cinta de secuestros protagonizada por Daniel Brühl y Rosamund Pike. El tercero, Willem Dafoe, con un ojo puesto en los Óscar (siempre los Óscar...) y otro en el Premio Honorífico que le dedicará la Berlinale. Su carrera, con más de cien películas en la hoja de servicios, bien lo merece.

Lo que quede de fiesta irá a cargo, cómo no, de las habitualmente potentes secciones secundarias. Panorama y Forum seguirán fieles a su espíritu festivo y reivindicativo, y con dicha tesitura, presentarán los nuevos trabajos de directores tan consagrados como Guy Maddin (“The Green Fog”), Hong Sangsoo (“Grass”), Sergei Loznitsa (“Victory Day”) o Kim Ki-duk (“Human, Space, Time and Human”). En serio, ¿quién necesita a los Óscar?