Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
ENEKO LARRAñAGA
INTÉRPRETE DE KORA EN EL PROYECTO ENEKORA

«Yo soy músico porque el corazón me lo pedía a gritos»

Comienza en la música de jovenzuelo tocando el txistu, después una guitarra eléctrica que le «birla» a su hermano Aitor. Se interesa con los años por las percusiones africanas y la kora, una mezcla entre el arpa y el laúd. La muestra de virtuosismo alcanzado y capacidad melódica se refleja en su disco «Maitatzea nahiago», que presenta mañana en el albergue Abaraxka de Azkoitia a las 22.30.

Es posible que algunos lectores hayan visto a algún músico africano tocando la kora en una calle de nuestros pueblos o ciudades o quizá en algún festival de world music. La kora se construye a partir de una calabaza grande cortada por la mitad, con una cubierta de cuero para lograr la caja de resonancia y a la que se le agrega un mástil de madera con muescas para transmitir la vibración de las cuerdas.

Eneko Larrañaga es “nuestro” especialista en Kora, un instrumento que aprende a tocar de forma autodidacta, aunque ya ha sumado algunas enseñanzas de varios especialistas. También es profesor de kora, aunque el mayor tiempo lo dedica a la enseñanza de la guitarra impartiendo clases en Azpeitia y en Elorrio, localidad donde vive desde hace tres años.

A Larrañaga (Zestoa, 1982), la kora le tiene enamorado desde hace muchos años y en “Maitatzea nahiago” demuestra las amplias posibilidades melódicas del instrumento, quizá ayudado por su capacidad para crear melodías pegadizas. Además, la posible rutina sonora, es un instrumento con mucho color, la rompe acompañándose de una banda que expande sonoridad. Apuesta de talento que propone salir de lo cotidiano e introducirse en el universo de las percusiones, la kora, la danza, el saxo... todo para conseguir ambientes de envoltura, evocaciones y saltos de ritmo que brincan de país en país.

Enekora presenta “Maitatzea nahiago” mañana (compra y contratación en enekora.com) en el albergue Abaraxka de Azkoitia a partir de las 22.30. Allí estarán a la batería Carlos Sagi (Talavera de la Reina, Toledo); en las percusiones, Nerea Quincoces (Artziniega); al bajo, Andrés Insua (Las Grutas, Argentina); al saxo soprano, Ibon Irijoa (Donostia); a los coros, percusión menor y danza, Idoia Larrañaga (Zestoa) y a la kora, voz y composición, Eneko Larrañaga. La actuación se completa con proyecciones relacionadas con los textos.

Un espectáculo poco frecuente y más asequible al oído de lo que pueda parecer previamente, ya que el músico de Zestoa resalta con facilidad la melodía vocal y la de la propia Kora. El resto de músicos ayudan a mantener el cauce de exploración abierta que propone “Maitatzea nahiago”. De hecho el saxo puede inducir a espacios propios del jazz, mientras que otros ritmos inducen a visitar Cuba de forma directa.

Eneko Larrañaga crece entre las apretadas calles de Zestoa. Es un pequeñuelo activo: fútbol, inglés, baile, solfeo, cantar... Aprende txistu y salsea en un teclado pequeñito típico de la época. Con doce años comienza a tocar la guitarra de su hermano mayor Aitor, que tiene un grupo de rock. El la llama la “eléctrica”. Las pasiones se van acumulando. Con trece años consigue que Apolio, componente de Lin Ton Taun, le deje su ampli para que haga más ruido y disfrute de las posibilidades de la “eléctrica”. A su amigo Antonio, Eneko, batería de Lin Ton Taun también le cede material. «Soy el mediano de tres hermanos y crecí feliz haciendo un sin fin de cosas, era un niño que se apuntaba a un bombardero y lo hacía contento».

En “Maitatzea nahiago” se funde de forma natural el euskara con los ritmos africanos. Parecen nacidos para unirse, para conocerse. Eneko también canta un tema en mandinga, “Sanu”, que hermana a la perfección. Graba doce canciones y se aleja más allá de la hora. Había ganas de verter todo lo posible. Y a pesar de la extensión, no hay rellenos. Todo es vida y ritmo. Cabe destacar la excelente fusión del kora, voz, percusiones y saxo, instrumento que se asienta muy bien a lo largo de todo el disco.

Suponemos que el Matadero de Zestoa le influye y representa un aliciente para su inquietud.

El legado del Matadero como local de ensayo gratuito y grupos como Lin Ton Taun ha sido clave para muchas generaciones de músicos en Zestoa. Un local de ensayo genera música porque te ofrece la opción de jugar y empezar a tocar desde joven. En mi caso, como el de otros muchos, las ayudas de los mayores fue clave para desarrollarse. Eskerrik asko a todos los que en esa época nos ayudasteis.

Inquieto y curioso desde niño, ¿ambiente musical en casa?

Yo soy músico porque el corazón me lo pedía a gritos. Mis hermanos y yo, siempre hemos tocado instrumentos, pero mi familia no ha sido nunca muy musical. Pero mi ama sí canta muy bien. Recuerdo escucharla cantar de pequeño, me daba mucha alegría escucharla. Empecé probando cosas por mi cuenta y he sido muy autodidacta toda mi vida. Aún recuerdo cuando probando descubrí la escala menor e iba punteando las canciones de la radio, ¡vaya subidón!

De 2000 a 2006 toca con el grupo Ttakunpa, ya se introduce en los ritmos africanos.

Unos conocidos de Zestoa me invitan a tocar en un grupo de percusión, danza africana y txalaparta. Hacíamos un show muy divertido y especial con canciones propias. Dejábamos volar la creatividad. Grabamos un disco llamado “Ttakunpa”. Empezamos once, al final ocho chavales de Zestoa, Azpeitia y Zumaia.

En 2005 en un curso de percusión africana, descubre el Kora y le pide, tiempo después, al profesor de percusión que le haga un Kora.

En la época de Ttakunpa organizábamos cursos de percusión y danza africana con grandes profesores africanos. En uno de estos cursos que hice en Girona descubrí la kora con mi profesor de djembe. Las noches se terminaban con él tocando en el patio del colegio donde dormíamos y como era incansable aún iba a dormir escuchándole un vez más.

¿Qué le fascino tanto?

La dulzura, la energía y la expresión musical de esta arpa. Es la abuela de las arpas europeas y como todas las arpas no se trastea (no se consiguen diferentes notas en una nota, sino que cada cuerda te da una nota), es la gran diferencia con la guitarra, el sitar indio… La kora es una mezcla de materiales simples como media calabaza (que crece en las ramas, de ahí su peculiaridad), piel de cabra para tapar la calabaza, madera para el mástil y pita de pescar de diferentes grosores para las cuerdas (como la guitarra española). La complejidad radica en la técnica, puesto que con los dos pulgares se hacen dos bases y con los índices se hacen una o dos melodías. Con las dos manos hacemos bases y las melodías (en el piano y arpa clásica europeas, una mano hace base y la otra la melodía). Como todos los instrumentos hay cosas sencillas y cosas muy complicadas de tocar.. Lo difícil de la kora es comprarlo, ya que no hay por aquí. Hay que contactar por internet y hay que saber qué pedir y a quién. En cuento al precio, oscila entre 300-1000€, por menos de 300€ no suele merecer la pena comprar.

En 2007 adquiere su primera kora y en 2013 ya edita su primer disco. Esto es diligencia.

Fue con la intención de aportar al grupo Dugukolo, evolución de Ttakunpa, con un estilo más tradicional africano. En 2009 y sin haber pisado África aún, empecé a tocar conciertos en solitario tocando la kora y cantando, todo un reto. Y con los frutos que recogí en 2013 grabé “Kora Izpiak”.

Visita África en 2010 y profundiza un poco más con la kora.

En Senegal mi compañera y yo estuvimos 20 días ayudando en una escuela de niños de 2-7 años en los alrededores de Dakar: Pikine-Keur Moussa (la abadía donde compré mi actual kora). Había un festival de música africana en el mismo pueblo de Abene y tomé unas lecciones con un profesor de kora.

Pasan años, pero llega el premio: «Maitatzea nahiago».

El disco es una mezcla del camino en solitario con canciones remodeladas del primer disco y temas nuevos compuestos para este disco y este formato de sexteto con canciones alegres y movidas. Es un disco lleno, un viaje por melodías, ritmos alegres, culturas diversas… En “Maitatzea nahiago” me he abierto a ritmos cubanos como el guaguancó en “Verte bailar”, a melodías con toque árabe en “Hari gorri”, a estilos modernos tipo pop-rock o funk en “Iteko gai naiz” y cosas tipo latin en “Maitatzea nahiago”. Me siento a gusto en esta apertura a diferentes músicas del mundo, hay mucho que probar y experimentar.

En conjunción con el saxo, lo tribal se acerca en ocasiones al ambiente del jazz.

Es un gran cambio en la música de Enekora. El saxo es un elemento que realza muchísimo, que te eleva, a la par que es un buen acompañante armónico. Nuestra música oscila entre músicas del mundo, el jazz y el folk. Quiero abrirme a músicas de diferentes texturas, siempre manteniendo un estilo propio, y el saxo es de gran ayuda para todo esto.

En cualquier caso, son canciones muy melódicas, tanto desde la voz como desde la kora.

Sí, es cierto, soy muy dado a las melodías. Busco siempre melodías que me atraigan, que las disfrute desde el primer instante. Soy muy de jugar con la voz libremente y trato de que eso quede reflejado. En cuanto a la kora tengo dos estilos, uno más íntimo como mucha expresión melódica y otra más trance-rítmica para que haga de colchón y puedan hablar los otros instrumentos.