M.I.
DEBER CUMPLIDO

Representación de la problemática del estrés postraumático por acción bélica

E l periodista David Finkel ha escrito dos libros siguiendo de cerca a las fuerzas armadas de los EEUU. En “The Good Soldiers” les acompañó al frente iraquí, y en “Thank You for Your Service” observó las reacciones de esos mismos combatientes a su regreso a casa. Un segundo texto que acaba de llevar al cine el debutante en la dirección Jason Hall, que ya tenía experiencia en el tema bélico por haber sido guionista de la película de Clint Eastwood “El francotirador” (2014). Precisamente, y al contrario de lo que ha hecho el octogenario cineasta en “15.17 Tren a París”, Hall no ha querido contar con los verdaderos protagonistas, eligiendo a tres actores jóvenes. Miles Teller proviene de un entorno militar, por lo que ya se sentía familiarizado con el uniforme. El maorí Beulah Koale aporta el desarraigo del inmigrante que se entrega por su país de acogida, y que lejos de verse recompensado por ello todavía se siente más desplazado como excombatiente. El tercero es el prometedor actor británico Joe Cole.

“Deber cumplido” presenta el tipo de autocrítica estadounidense que ya está muy explotado y visto, y que arranca con la tradición de la posguerra expresada en el clásico “Los mejores años de nuestra vida” (1946). De entre los muchos títulos relativos al conflicto de Irak, con el que guarda una mayor similitud es con “Regreso al infierno” (2006) de Irvin Winkler. Es harto significativo que en todas estas películas se evalúen unas consecuencias bélicas de sobra conocidas, como el estrés postraumático, siempre a toro pasado. Nunca se advierte a las tropas antes de su marcha, por más que se conozca el oscuro resultado a posteriori de su aventura. Un soldado fuera de servicio, herido o trastornado, deja de interesar y no es ayudado a reinsentarse en la vida civil.