Jaime IGLESIAS
MAdrid

Michael Wolff describe la presidencia de Trump como «experimento fallido»

Tres meses bastaron para que el equipo de estrategas que llevó a Trump a la Casa Blanca perdiese la confianza en sus habilidades para liderar un proyecto político alternativo. El periodista Michael Wolff relata esos desencuentros en el libro «Fuego y Furia».

«A Trump le encanta amenazar con ir a la guerra. Él piensa que cuanto más fuego y furia consiga generar a su alrededor, mejor», comenta el periodista e investigador Michael Wolff a la hora de justificar el título de un libro del que se vendieron más de tres millones de ejemplares en las 72 horas que siguieron a su publicación en EEUU el pasado 5 de enero.

Recién editado en castellano, Wolff estuvo ayer en Madrid para presentarlo. La opinión del autor sobre Trump no puede ser más desfavorable ya que lo definió como alguien incapaz: «La función principal de un presidente pasa, principalmente, por gestionar la información que recibe y Trump ni siquiera sabe hacer eso. No le gusta, en cuanto le mandan algún informe, lo rechaza, lo aparta, odia tener que leer. Esto se ve agravado por el hecho de que tampoco escucha». Poco amigo de dejarse llevar por los prejuicios, cuando pidió permiso para penetrar en los entresijos de la Casa Blanca a fin de documentar los cien primeros días de gobierno del nuevo presidente, lo hizo interesado por lo que podía dar de sí la experiencia de alguien que fue elegido mediante un voto de protesta contra la vieja política. El resultado final, sin embargo, es la crónica de un desencuentro, de una pérdida de confianza, la que tuvo lugar entre el presidente y su equipo de colaboradores más próximo o, mejor dicho, la de estos hacia el mandatario.

«La confianza en el presidente murió enseguida. De ahí se pasó a la confusión y acto seguido a la decepción o a la incredulidad. Al poco tiempo, la sensación generalizada entre su equipo de colaboradores era la de estar al servicio de un hombre absolutamente incapacitado para desarrollar las funciones que se le presuponen a un presidente». Michael Wolff reconoce que este proceso «me proporcionó una trama muy literaria por lo insólito, por lo rápido que se desencadenó».

Como en todo relato literario, aquí también hay un protagonista. Se trata de Steve Bannon, principal ideólogo de la campaña de Trump y, posteriormente, estratega jefe de la Casa Blanca tras la investidura del magnate como nuevo presidente: «Cometió un error al atribuirse toda la responsabilidad de la victoria. Aunque fuera cierto, a alguien como Trump, acostumbrado a pensar que se basta y se sobra para lograr lo que se proponga no le puedes decir eso». Publicista, periodista y propagandista de un nacional-populismo de corte ultraconservador, Bannon siempre vio en Trump una pieza necesaria en la construcción de un proyecto político de alcance global y, por eso, según Wolff, cuando percibió que dicha pieza era defectuosa optó por renegar del monstruo que él mismo había creado.

Michael Wolff dijo que, ahora mismo, Trump está en manos del establishment republicano y que eso es una buena noticia en tanto que «el aparato del partido siempre ha odiado a Trump. El futuro del presidente pasa por su reprobación en el Congreso, por su dimisión o por agotar su mandato sin presentarse a la reelección». En este sentido, contra la opinión de muchos, Wolff no cree que la aparente belicosidad de Trump constituya un peligro: «Al presidente le gusta rodearse de generales porque cree que eso le confiere autoridad pero hoy la guerra se hace con datos, con información y gestionar eso, enfrentarse a una maquinaria burocrática tan compleja, es algo que a Trump siempre le ha dado alergia. Esa incapacidad es la que nos protege contra sus actitudes despóticas. En este sentido los Bush, con sus guerras destructivas, nos dejaron un legado mucho más siniestro del que va a dejar Trump, que pasará a la historia como un experimento fallido».