Decenas de personas asistieron al encuentro “Hitzorduak” celebrado ayer en el Palacio Europa de Gasteiz, que se prolongó durante tres horas y que arrancó con el testimonio de Alan McBride, víctima del IRA en Irlanda del Norte y activista hoy de Wave Trauma Centre, un grupo de apoyo a víctimas de la violencia política, que narró su recorrido vital desde la muerte de su compañera en un atentado hasta la actualidad. Su relato fue el primero de una larga relación de vulneraciones de derechos humanos con un enfoque en positivo de su dolor, mirando a un futuro de convivencia. La representante del foro Aizpea Leizaola resaltó que el de ayer era también un ejercicio de «valentía y generosidad» por parte de personas que acumulan grandes dosis de sufrimiento.

La de Kristian Herbolzheimer, miembro de la Fundación Conciliation Resources, que trabaja en la prevención de la violencia y la resolución de los conflictos, fue la intervención que cerró la cita en Gasteiz. Hizo un repaso por algunas de las frases escuchadas entre los relatos en primera persona y destacó que «este acto tiene sentido en un contexto de transición tras décadas de sufrimiento». Expuso que la paz es un estadio «muy subjetivo», pero que hay un elemento común a todas las experiencias, «cuando lo inimaginable empieza a ser posible».

Se refirió también a una opinión que estuvo presente entre las víctimas: «Este foro llega tarde». «Hace años quizá ni siquiera se hubiera podido celebrar», consideró Herbolzheimer, quien recordó que en un encuentro de mujeres en el proceso de paz en Colombia, concluyeron que «construimos la paz cuando podemos dialogar con quien piensa diferente».

Cuándo termina

Recordó Kristian Herbolzheimer que una de las preguntas más habituales es cuándo termina un proceso de paz y explicó que se intentan buscar referentes en lugares que dejaron atrás conflictos y puede verse que décadas después continúan construyendo la paz no exentos de problemas. Citó como ejemplos reconocidos a Sudáfrica o Irlanda del Norte y agregó el caso de Colombia, donde «el acuerdo de paz ha sido fundamental pero insuficiente», porque «la paz de la cotidianidad» no llega como consecuencia de una firma, sino que «se construye».