Irati Jiménez
Escritora
JO PUNTUA

Lenguas

El miércoles, día internacional de las lenguas maternas, pensé en la mía, el euskara, y en el enorme privilegio de hablar tres idiomas y solo haber tenido que estudiar el inglés. Ojalá supiera francés, me pesa no conocer todos los idiomas que se hablan en el país.

Como tantos otros, mi privilegio fue el resultado de luchas anteriores. Me escolaricé en euskara por el esfuerzo formidable de generaciones anteriores, por la firme voluntad que tuvo este país de rescatar su único idioma propio de la larga noche del franquismo. El euskara y los euskaldunes estamos en deuda con esas personas, tanto con los que hablan euskara como los que no. Enviaron a sus hijos a ikastolas apenas construidas, en bajeras insalubres. Se han acercado siempre a las movilizaciones a su favor, han puesto esfuerzo, dinero y ganas en su reconstrucción. Me conmueve que haya gente que madrugue o haga kilómetros para euskaldunizarse o que te ve pasar al castellano y te contesta en euskera, luchando con la parte de su cerebro que aún tiene que traducir.

Las lenguas, incluso las imperiales, son fabulosos tesoros inmateriales. Difundido por sus conquistadores y engrandecido por sus conquistados, el castellano me fascinará siempre, con su inmensa capacidad para marcar geográficamente el tiempo en sus formas verbales. Hubiera sido. Habría podido. Fue. El inglés, idioma del colonialismo cultural de nuestra era, me asombra con sus monosílabos palpitantes, seek, win, try. Cada idioma que hablamos nos enriquece. El monolingüismo es la más inusual de las condiciones. La mayoría de comunidades conoce varios idiomas, aunque sea de forma asimétrica.

Por eso y porque cada lengua que conocemos nos abre mundos interiores y nos facilita todas las posibilidades humanas, aspiro a una Euskal Herria que domine sus tres idiomas y sepa manejarse en los mayoritarios del mundo mientras disfruta del único que solo se habla aquí y lo lanza al infinito, con su fuerza trisílaba, sus telúricos lekeitios, sus apasionantes nombres parlantes y la poderosa capacidad de sus consonantes.