Gotzon ARANBURU
CONVOCATORIA INTERNACIONAL

HUELGA DEL 8-M, UN HITO EN LA LUCHA FEMINISTA

Euskal Herria vivirá el próximo 8 de marzo una huelga feminista, inscrita en una convocatoria a nivel mundial, realizada por segundo año consecutivo. En 2017 el paro no tuvo eco en el ámbito vasco, pero en esta ocasión la llamada va a ser atendida.

Casi nunca es una sorpresa la respuesta a una convocatoria de huelga. Mucho antes de que el paro se visualice, las asambleas y votaciones previas ya permiten augurar si el seguimiento va ser bajo o alto. En el caso de la huelga feminista del 8-M, el alto número de asambleas que se vienen realizando, la asistencia a las mismas, y la cantidad de propuestas que se exponen y se aprueban permite vislumbrar desde ya que el eco de la movilización va a ser grande. Habrá paros laborales de 11.00 a 15.00 y de 18.00 a 22.00, movilizaciones en pueblos y ciudades al mediodía y al atardecer, huelga en centros de enseñanza… pero además veremos demostraciones de apoyo en forma de delantales colgados de los balcones.

Eso no será todo. Hay un llamamiento a no hacer las compras y a no realizar labores de cuidado. Raro será el sector o el ámbito en que no se visualice la protesta, pues desbordará el marco puramente laboral, el de las mujeres asalariadas. En este frente en concreto, la convocatoria cuenta con el apoyo de la mayoría sindical vasca. A nivel mundial, está previsto que la protesta del 8-M tenga lugar en más de 50 naciones.

Las primeras mujeres que se declararon en huelga, en 1975, fueron las islandesas. Exigiendo igualdad de género, en un país en el que en ese momento solo había un 5% de mujeres diputadas, nueve de cada diez islandesas no acudieron al trabajo, ni realizaron labores del hogar ni cuidaron a los niños. Escuelas, guarderías, tiendas y bancos cerraron, llevando el país a la práctica paralización. Luego, un largo silencio, hasta que en octubre de 2016 las mujeres polacas realizan un paro de un día, el 3 de octubre, contra la penalización del aborto. Dos semanas más tarde, un nuevo paro masivo, esta vez en Argentina y contra los feminicidios. Y otra vez en Polonia, en octubre del mismo año, huelga contra la violencia y la ignorancia hacia las mujeres. En ese momento se crea el grupo International Women’s Strike (IWS) - Paro Internacional de Mujeres (PIM), que en la actualidad incluye a mujeres de 54 países, de los cinco continentes.

Las mujeres latinoamericanas han adquirido un fuerte protagonismo en iniciativas como la huelga mundial del próximo 8 de marzo. Basta echar una mirada a la web de la Internacional Feminista –definida como «coalición de movimientos, redes, colectivos y organizaciones para impulsar campañas y fortalecer acciones de lucha feminista en el mundo»– para comprobar la multitud de convocatorias registradas en Centroamérica y Sudamérica. De hecho, en el acto de presentación de la jornada del 8 de marzo llevado a cabo hace una semanas en Tabakalera, se indicó que la invitación a sumarse a la protesta llega del otro lado del Atlántico y que el movimiento feminista vasco la ha recibido y se ha sumado a ella en el marco de la asamblea de la Marcha Mundial de las Mujeres.

Cuatro ámbitos a destacar

Una vez aceptado el reto, el primer paso ha sido la formación en las cuatro capitales de Hego Euskal Herria de sendas asambleas. También en Ipar Euskal Herria se está avanzando en los contactos entre distintos agentes, pero sin constituirse por ahora en asamblea. En Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa las reuniones se suceden a nivel comarcal y de pueblo o barrio, para ir dando forma a la protesta y lograr la máxima adhesión.

La huelga se va a desarrollar en cuatro ámbitos principales: el trabajo asalariado, el de asistencia y cuidados, el estudiantil y el de consumo. En el primero de los casos, el movimiento feminista pone el acento en el hecho de que las mujeres doblan jornada, primero en el puesto de trabajo asalariado y luego en el hogar, por lo que llaman a tomar conciencia de lo injusto de esta situación tanto a las propias mujeres como a los hombres que se benefician de ella. Lógicamente, en la activación de la huelga en los centros de trabajo será donde los sindicatos jueguen un papel más importante.

El ámbito de la asistencia y cuidados es un área de especial intervención para las promotoras de la huelga del 8-M. En palabras de la donostiarra Haizea Núñez, del movimiento feminista, «queremos traer al centro de la escena la situación de las  mujeres, migrantes, lesbianas, trans… que trabajamos en ese sector, especialmente de las empleadas del hogar internas. Es un ámbito caracterizado impregnado de racismo, heterosexismo y capitalismo». Según datos aportados por las propias convocantes, el 87% de las empleadas domésticas son inmigrantes, un 46% son internas y una tercera parte carece de contrato de trabajo.

En lo que respecta al mundo estudiantil, Núñez señala dos puntos a subrayar: «Por una parte, la invisibilización del papel de las mujeres en la historia, aspecto que no se recoge en los libros de texto. Y por otro, y conectando con el apartado anterior, la constatación de que el trabajo en los comedores escolares, en la atención a los niños más pequeños, recae una vez más en las mujeres».

También en el consumo se va a percibir la huelga. El llamamiento es a no comprar, a no consumir ese día, y especialmente no hacerlo en las grandes superficies.

Habrá más formas de mostrar la adhesión a la jornada de movilización. En concreto, las convocantes invitan a todas aquellas mujeres que por un motivo u otro no puedan tomar parte activa en la huelga a colgar delantales de los balcones y-o portar un brazalete morado. Y también a participar en las movilizaciones que se desarrollarán en pueblos y ciudades, a las 12.00 y a las 20.00 horas, movilizaciones que se anuncian imaginativas y llamativas.

Englobando los cuatro ámbitos citados, el papel y el objetivo del movimiento feminista es, en palabras de Núñez, «poner en vías de desmantelamiento este sistema capitalista, patriarcal, racista y colonialista. Esta va a ser la primera huelga feminista en Euskal Herria, pero no será la última y trabajaremos para que la siguiente sea más generalizada todavía».

 

Una larga lista de motivos para sumarse a la convocatoria

La exposición de motivos para la protesta feminista, hecha pública bajo el título “¿Por qué vamos a la huelga?”, es larga e incide en múltiples aspectos sociales y económicos. Según se recoge en el documento, en Europa las mujeres dedican 26 horas semanales al trabajo no remunerado, frente a 9 de los hombres. Muchas trabajadoras están fuera del régimen general de trabajo, sin derechos laborales, caso de las empleadas domésticas, agricultoras, trabajadoras sexuales… En el caso de las empleadas internas, su situación se califica de «esclavitud». Y en cuanto a las retribuciones, el escrito indica que en Hego Euskal Herria los hombres cobran un 35,6% más que las mujeres –cuantificado en 7.680 euros–, por lo que reclama «a mismo empleo mismo salario».

Capítulo aparte merece la violencia machista. «En Hego Euskal Herria fueron asesinadas 33 mujeres entre 2010 y 2015. Nos faltan todas las mujeres que han matado. Estamos hartas de sufrir acoso callejero, agresiones sexuales, y chantaje, control y humillación en el ámbito íntimo. Denunciamos que se nos eduque en el miedo y se cuestione nuestro testimonio y se nos juzgue cuando denunciamos», señala el documento, para añadir que «la LGTBfobia nos encierra en armarios que constriñen nuestras vidas». No falta un apunte sobre el sistema penal, patriarcal y escenario de una doble violencia contra las mujeres presas.

En cuanto al racismo, denuncian la violencia machista que sufren las mujeres migrantes y refugiadas en las fronteras, así como las limitaciones a ocupar el espacio público por su vestimenta. «Formamos una red transnacional de cuidados: dejamos allí a nuestros hijos, hijas y mayores a cargo de otras mujeres, para cuidar aquí en condiciones muy precarias» señalan las mujeres inmigrantes del sector de la asistencia.

El documento señala finalmente que las mujeres se encuentran marginadas, cosificadas y estereotipadas por la cultura patriarcal, y tratadas por los medios de comunicación, la publicidad y las redes como «objetos sexuales listos para el consumo», al tiempo que «la jerarquía católica, el Estado o los poderes económicos nos niegan las decisiones sobre nuestros cuerpos y sexualidad».G.A.