Beñat ZALDUA

Volver a los orígenes

Cuando la ANC se presentó al público en febrero de 2012 con el objetivo de declarar la independencia el 11 de setiembre de 2014, nadie los tomó en serio. Cuando unos meses más tarde sacaron a más de un millón de personas a la calle en la primera Diada masiva, todo cambió. Tratando de surfear la ola que lo acabaría engullendo, Artur Mas convocó elecciones y arrancó así el llamado proceso soberanista, tras el cual nada será nunca igual en Catalunya. Para bien y para mal.

Por obvio, tendemos a no recordarlo; y al no recordarlo, corremos el riesgo de olvidarlo: sin la masiva movilización popular no hubiese ocurrido nada de lo que ha ocurrido. Hay quien alberga la esperanza de que un próximo acuerdo entre JxCat y ERC vuelva a meter a la clase política en vereda y rumbo a una República que, de momento, no pasa de declaración de intenciones. Pero nada de esto ocurrirá si antes el soberanismo civil no recupera el lugar que le corresponde.