Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
IZARO ANDRES ZELAIETA
IZARO. INTÉRPRETE

«Estoy trabajando duro y conociendo mi voz. Ahora empiezo a ser libre»

Con 21 años escribe su primera canción «Paradise», una notable composición. Dos años después debuta con su primera disco, «OM», que toma vida mediante una campaña de crowdfunding. Transcurrido un año y medio presenta «Eason». No es frecuente ni tanta calidad ni eficiencia.

El jueves pasado Izaro llenaba el Teatro Arriaga de Bilbo y el viernes hacia lo propio en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia, con todo el aforo vendido desde hacía meses, síntoma de que su propuesta engarza con numerosos aficionados y sin necesidad alguna de recurrir a planteamientos musicales de tinte comercial en ninguno de sus dos álbumes.

Izaro canta con la misma facilidad y soltura expresiva en euskara, castellano e inglés. Una de las transversalidades más afortunadas que hayamos escuchado en Euskal Herria. Aporta asimismo un espacio ingrávido donde la intérprete se desenvuelve con nutrida inspiración a pesar de que “Om” y “Eason” se han publicado muy próximos en el tiempo, incluso con un ep por el medio que presentó en Azoka de Durango junto a la versión en vinilo de “OM”.

Aún más, ya que si se tiene en cuenta que su primer disco fue un crowdfunding tan solo animado por cierta repercusión televisiva previa, el clamor tiene más méritos. Izaro solicitaba un mínimo de 3.443 euros y conseguía 4.416. Puede que sean cifras humildes, pero las páginas de mecenazgo están llenas de fracasos con cantidades mucho menores. Su potencial quedaba contrastado en Azoka de Durango de 2016, pues vendía alrededor de seiscientas copias en un estand orientado al apoyo de la producción independiente, Musikazuzenean.

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Las líneas fuertes de la chica nacida en Mallabia en la Noche Vieja de 93 aúnan su capacidad compositiva, buenos textos, un estilo dúctil y, a la par ordenado, más una respuesta vocal por encima de la media. Izaro convierte lo diferente en estilo ceñido, sin incoherencias. Punto de extrema complejidad, pues ya se sabe que moverse por el terreno de lo variopinto es hundirse hasta la cintura, cuando menos; sin embargo, sus dos álbumes soportan la prueba de fuerza y posible contrariedad estilística con sorprendente aplomo, quizá porque las variaciones de estilo, después de todo, no son excesivas, quizá porque su voz es lo suficientemente inteligente y flexible como para teñirlo todo de similar color, porque su tono, su timbre, matices, se funden con la naturalidad de mares y océanos.

“Devil” tienen muy poco que ver con “ Neguprenoa” y estas con “De más”, “Pick up” o “Er(h)ori”, pero esto solo significa que Izaro lo mismo puede ser una pop-indie, una alt-country, solo popi o una cantante de jazz y soul. Además, con “La felicidad”, que cierra disco por sus formas, abre otra línea de emociones y ritmos donde destaca la dinámica, el baile..

Cuesta asumir, desde la experiencia, que tanta variedad no sea un grave problema, pero todo indica que nada chirría y que todo fluye con naturalidad.

No, no le tiene miedo a la divergencia, como tampoco a las interpretaciones con cambios inflexivos donde desafinar sería lo suyo para muchas voces, como la soberbia y exigente “Delirios”, aun ayudada por toda la técnica del estudio. De hecho, Izaro da la impresión de que es feliz modulando su voz entre mareas distintas, flujos donde la mayoría de vocalistas temblarían incluso con la ayuda de un autotune.

“OM” fue un excelente disco que quizá merecería otra regrabación; “Eason” es aún más sobrio y con mayores virtudes técnicas. Por lo demás, forman una dupla sorprendente ya que no siendo sonidos exploratorios si no pop, de un matiz u otro, son de una dignidad severa en tiempos de indulgente exigencia artística. Suena “Eider”, sueña. Se escucha “Donostia”, amplia, íntima y soleada. Parece un buen camino.

Nace en Mallabia, ¿toma el vuelo pronto?

Casi todas y todos emprendemos vuelo porque nos toca movernos a localidades cercanas al acabar los primeros años de cole. Estudié en Mallabia, luego en Berriz, después en Durango, más tarde en la UPV en Leioa, en la UD de Donostia y, finalmente, en Santa Clara University en California. Una vez has caminado siempre te gusta seguir haciéndolo, pero no porque algo se quede pequeño de manera despectiva, sino porque el mundo es muy grande.

Una niña, por cierto, muy musiquera.

Sí, cantaba, bailaba y actuaba desde niña. Quería serlo todo, por eso me encantaban (y me encantan) los musicales. Quería ser Hannah Montana o Gabriella Montez en High School Musical (jajajaj). Luego pasé al dulce country que un día hacía Taylor Swift. Pero no sabía tocar ni la guitarra ni el piano. Y sabía que yo quería componer con alguno de esos dos instrumentos. Crecí y descubrí a Norah Jones, de la que me enamoré. Damien Rice, Adele, Mikel Urdangarin, Ella Fitzgerald, Beyoncé… Y el verano de 2014 me compré una guitarra. He empezado este septiembre con una profesora de canto. Quizás sea una de las decisiones más acertadas que he tomado. Estoy trabajando duro y conociendo mi instrumento, algo tan obvio que muchas veces olvidamos hacer. Ahora empiezo a ser libre.

La canción más escuchada de «Om» en plataformas digitales es «Tu escala de grises», excelente tema pop. Para nosotros las canciones más sublimes se llaman «Noviembre», «Eider» y «Argia».

Todas son especiales para mí. “Noviembre” es muy dura, la he sentido tanto que no me atrevo a cantarla cuando la tengo ya lejos por no faltarle al respeto. Me está pasando eso ahora, la tengo ahí quietecita. Me encanta que te guste “Argia”, creo que ha pasado desapercibida y es una de mis favoritas. Espero seguir cantando siempre “Eider” y “Tu escala de grises”. Esta última es muy especial para mí, y me alegro mucho de que para la gente también lo sea.

En este sentido de pop e intimidad, «OM» en qué le sirvió para decir esto sí, esto no, y aplicado a «Eason». ¿Quizá no tener miedo a una banda?. De hecho en «Eason» ya no tiene temor ni a una batería ¿Lo próximo será un solo de guitarra eléctrico con el permiso del piano o los arreglos de cuerda?

Jajaja. Hay un lap steel y un sintetizador, ¡no te digo más! También me refería a esto cuando decía que me empiezo a sentir libre, me he dejado divertirme y he dejado divertiste al resto (siempre bajo mi severo control, pero algo es algo jeje). Ya no le tengo miedo a una batería, o por lo menos no a la de Oriol. Echo de menos muchísimo el bajo si falta en algún ensayo, y a veces me callo para que toquen los demás. Estoy madurando.

¿En quién se apoya, si fuera el caso, para solventar dudas que ni unos pétalos resuelvan?

Depende. Me siento muy afortunada por tener las amistades que tengo. Me dan todo lo que necesito: confianza, verdad, resolutividad, respeto, amor, inteligencia, sabiduría, capacidad y oportunidad de reflexión, disponibilidad, prioridad... No puedo mentir porque me pillan, y no puedo perderme porque me encuentran.

¿En directo no hay miedo a «Delirios» con esa texturas vocales tan exigentes? ¿O como en «Zuri begira»? ¿Le provocó contradicciones lanzarse con la latinidad de «La felicidad»?

No hay miedo no. El único miedo es al catarro o a la gripe. Si la vida me da salud, no le tengo miedo a nada. ¡Ojalá bailen! Me he divertido muchísimo con “La felicidad”, y lo sigo haciendo.

¿La vertiente country-folk –americana alt-contry–, cómo surge en «Neguprenoa?

Creo fuertemente que tenemos prototipos inconscientes, que hemos escuchado y no recordamos, pero que están ahí para afinarnos ideas. No sabría decirte cuál es la fuente exacta, creo que son un millón juntas.

No estudió filosofía, pero esta frase parece tomada de una clase en la UPV: «Si el infinito no existe, si nada es para siempre. Le quitaré los finales a cada segundo para crear una única unidad de tiempo y vivir allí»?

No estudié Filosofía pero lo hubiera hecho. La verdad es que esa frase se la robé al año que pasé en la facultad de Física. Eran mis dos opciones: Filosofía o Física. Supongo que miraba la física desde la filosofía y por eso vi esa frase. Y al final acabé estudiando Comunicación.

Su voz por encima de todo arreglo, atrevida y segura en «Devil». «Pick up» mantiene con más brío ese tono blues-soul?

Era algo que me debía. Yo cantaba blues y soul antes de comprarme la guitarra. Lo hacía con Daniel del Valle, actual guitarrista de Shinova. Me enseñó mucho, pero sobre todo a escuchar y cantar blues. Jamás pude componerlo, por mucho que lo intentara, y un día llegó “Devil”. Sé que es un comienzo, pero estoy orgullosa.