Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Perdido»

La angustiosa búsqueda paterna del niño desaparecido

El azar de la distribución cinematográfica ha querido que el estreno de esta producción francófona haya venido a coincidir con el momento de mayor incidencia en nuestro entorno mediático del candente tema de los menores desaparecidos, aquí presentado en su variante de secuestro. Y es que además los noticieros están poniendo el foco en el entorno familiar de las víctimas, sobre todo cuando son hijos de parejas o matrimonios separados y metidos en nuevas relaciones. Una casuística que se ajusta al perfil de “Mon garçon”, pues como bien indica el título original el asunto está contemplado desde el punto de vista de las relaciones paternofiliales.

Guillaume Canet representa con todas las consecuencias la figura del padre angustiado en la búsqueda desesperada de su niño de siete años, perdido durante los días de campamento que le habían llevado a una zona montañosa y nevada de los Alpes, con la única pista en el tipi donde se alojaba con otros compañeros de la ausencia del saco de dormir. De golpe ya surge en el progenitor el complejo de culpa, porque desde su divorcio ha desatendido su responsabilidad paterna, cediendo su puesto a la nueva pareja de su exmujer, al que todos los indicios indican que la presencia del crío le molestaba en su privacidad, enviándole de acampada en contra de su voluntad para librarse de él.

La película sacrifica el gran drama familiar que podía haber sido o el thriller de acción al que podía haber dado lugar, para acabar siendo un combinado de ambos géneros. Al durar menos de hora y media predomina la urgencia narrativa y la tensión disparada, con el protagonista a modo de figura errática en medio del gélido paisaje y del distanciamiento ambiental. Se nota que el rodaje duró poco más de una semana, y que para Christian Carion ha supuesto un riesgo personal que le ha impulsado a salir de su zona de confort en el cine de época.