Agustín GOIKOETXEA - Oihane LARRETXEA
MOVILIZACIONES POR UNAS PENSIONES DIGNAS

Los pensionistas cogen impulso para «tumbar» a Rajoy

El movimiento de pensionistas no ceja en las protestas contra la mísera subida del 0,25%. Por décima semana consecutiva, volvieron a concentrarse ante los ayuntamientos vascos, dejando claro que no abandonarán hasta que el Gobierno de Mariano Rajoy rectifique, aunque también hay quien desea «tumbar» al Ejecutivo.

Tras las «históricas» manifestaciones del sábado, miles de pensionistas volvieron a movilizarse ayer al mediodía. Bilbo, de nuevo, fue uno de los epicentros de las protestas, con cerca de 2.000 personas reunidas ante la casa consistorial. «No somos niños», «no nos vale con promesas», «no nos fiamos», «no nos vamos a dejar engañar», insistieron portavoces de la coordinadora de colectivos que desde hace diez semanas, desde el 15 de enero, mantienen la lucha por unas pensiones dignas. Su mensaje es claro: «Ni un paso atrás y, si se da, es para coger impulso para tumbar al Gobierno de Mariano Rajoy».

A pesar del frío y la lluvia, advirtieron de que no piensan abandonar la pelea «ni dar un paso atrás». «Ni un diluvio va a impedir que sigamos aquí», repitieron, aunque bien es cierto que no prolongaron mucho la protesta... por los chaparrones. «Esta batalla la vamos a ganar», subrayó una de las portavoces de este movimiento plural y heterogéneo, donde las discrepancias saltan a la mínima, aunque coinciden en la defensa de las pensiones públicas.

Ayer, en las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbo, se vivió un incidente de esos cuando uno de los oradores criticó la postura de sindicatos como UGT y CCOO con los planes de pensiones de la banca de los que se benefician algunos de sus dirigentes. Gritos, empujones y algún puño al aire, hasta que se restableció la calma entre gritos de «el pueblo unido jamás será vencido» o «pentsionistak aurrera». Lo cierto es que fue la anécdota pero no es el primer día en que se viven momentos de tensión, que se solventaron con celeridad cuando todos a una corearon consignas como «fuera ladrones de las instituciones», «Rajoy cabrón, queremos tú pensión», «manos arriba esto es un atraco», «no falta dinero, sobran ladrones», «terrorismo es no llegar a fin de mes», «menos armas, más pensiones» o «Rajoy dimite, el pueblo no te admite».

Las concentraciones ante el Ayuntamiento de Bilbo se prolongarán hasta el próximo lunes, 26 de marzo, aunque todo apunta a que se van a dosificar las fuerzas después de Semana Santa. Se trata de articular y, al mismo tiempo, fortalecer el movimiento en defensa de las pensiones públicas.

Al margen de la oposición «a la subida de mierda del 0,25%», desde las plataformas de pensionistas de Euskal Herria insisten en su reivindicación de que se establezca una pensión mínima de 1.080 euros. El jueves, precisamente, el Parlamento de Gasteiz debate una proposición no de ley de EH Bildu en favor de esa medida. Para apoyar esta iniciativa se concentrarán, a las 11.00, frente a la sede de la Cámara autonómica.

El principal blanco de las críticas es Mariano Rajoy y su partido, aunque en la concentración de ayer se interpeló al PNV. «¡PNV mójate!», corearon los manifestantes, pidiendo a los jeltzales implicación. Recordaron que el partido que lidera Andoni Ortuzar apuesta sin rubor por los planes privados.

Opinar desde el respeto

En Donostia, la asamblea se trasladó desde la explanada de Alderdi Eder a los bajos del Palacio Foral. Al resguardo de la lluvia, los cientos de congregados reiteraron que no ser van a marchar a casa hasta conseguir sus objetivos. La generación que ha tomado las calles sabe lo que es luchar de esta forma por sus derechos, como recordaron. «A la clase política la hemos puesto nerviosa, y más nerviosa que la vamos a poner. Que se preparen», advirtieron.

Con un claro llamamiento a la unidad por encima de las diferencias, ensalzan que, precisamente, es la transversalidad y la pluralidad su mayor tesoro. No hay siglas, ni banderas, ni colores. «Y mejor que así sea», sentenciaba una jubilada a GARA.

Al igual que a la Cámara de Gasteiz, el debate también llegará al Ayuntamiento de la capital guipuzcoana en forma de moción. La darán a conocer una vez acuerden su contenido. Quieren saber qué tienen para ofrecer las formaciones políticas. Y no les sirven las vaguedades. «Solo aceptaremos concreciones». Están convencidos de que, si hubiera elecciones cerca, no habría grupo que no incluyera las pensiones en su programa.

La cita discurrió en un ambiente amable, con un discurso constructivo. Las personas que se animaron a participar tomando el micrófono dieron su punto de vista, sus opiniones, desde el respeto, tal y como se pidió. Se advirtió de antemano que, ante la mínima falta de educación, el micrófono sería retirado. «No estamos aquí para provocar, sino para aportar», recordaron. Y así procedieron.

Dentro del complejo tema de las pensiones, ocupó un lugar destacado las diferencias que existen entre las mujeres y los hombres. Ellos cobran de media en la CAV 1.460 euros; ellas, 836 euros. Subrayaron que la mayoría de ellas dejaron en su día su trabajo fuera del hogar para centrarse en la crianza de hijos e hijas. Cuando volvieron a incorporarse al mundo laboral, lo hicieron con trabajos mal remunerados.

Ayer conocimos a tres de estas mujeres, tres casos con sus similitudes y también con sus particularidades. Manuela Ruano. 73 años. Crió a los hijos y «atendió» el hogar. Dice de ella misma que hoy es «una mantenida». «Suena duro, pero así es. Dependo de la pensión de mi marido, también jubilado». Se queja de no cobrar el SOVI (Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez) al no alcanzar el mínimo de cinco años cotizados. Reclama la parte proporcional por los más de tres años en los que sí cotizó a ese régimen.

A su lado, Bene Macías. 66 años. Jubilada y pensionista. Recibe 900 euros por lo cotizado en su día tras trabajar durante 26 años en el sector de la limpieza, y otro tanto por su viudedad. Reconoce que su situación no es de las malas, pero se muestra preocupada por las generaciones que llegan: «Mis hijos, mis nietas… lo tendrán peor que nosotras».

Pepi Macías. 72 años. Jubilada y pensionista. Tiene 24 años cotizados por los trabajos que ha desempeñado en hostelería e industria. Su situación económica es similar a la de su hermana y reconoce que el suyo no es, ni de lejos, el peor de los casos. No obstante, está inquieta por la situación general.

Ayer participaron unidas en la asamblea, también lo hicieron el sábado en la manifestación, y apostillaron orgullosas a este diario que llevan «muchos años» peleando por un tema que han llevado a titulares. «Los que venís por detrás, peor lo tenéis. Como no peleemos, esto será un desastre», vaticinan.