EDITORIALA
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La izquierda ante la crisis de la Unión Europea

El exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis presentó ayer el partido político que representará al movimiento DIEM25 en Grecia. Finalmente, y a pesar de lo afirmado, este movimiento de carácter paneuropeo ha optado por articularse mediante partidos políticos en los Estados que constituyen la Unión Europea. La pluralidad resulta saludable como antídoto para evitar el dogmatismo y la esclerosis, lo que no quiere decir que el nuevo partido político contribuya necesariamente a la unidad de acción de la izquierda.

El movimiento que encabeza el exministro analiza de forma muy certera las debilidades de las que adolece el proyecto de la Unión Europea. La profunda crisis económica ha dejado en evidencia los errores en su concepción económica, la total ausencia de democracia en la toma de las principales decisiones y la escasa altura de miras de los políticos que la guían, más preocupados en sostener su imagen que en rectificar los cada vez más evidentes errores que han cometido. Todo ello es más evidente ahora que se pretende imponer el discurso de que los países que fueron rescatados –en realidad se rescató a los bancos europeos– están saliendo de la crisis. No viene mal recordar que, por ejemplo, en todos ellos la emigración supera el 15% de la población que mayoritariamente se ha dirigido hacia los países centrales de Europa. Mientras Alemania, Estado francés y Gran Bretaña se refuerzan con jóvenes formados, la periferia europea se transforma en un erial donde aumenta la miseria y la desigualdad, donde se recortan las libertades para tratar de frenar las crecientes protestas y donde los partidos que sustentaban el sistema desaparecen frente al ascenso de la extrema derecha.

No parece que este deprimente panorama vaya a cambiar a corto plazo. Los dirigentes de la UE carecen de un plan a futuro. La izquierda carece de oferta atractiva. El derecho a decidir puede ser un buen punto de encuentro hacia una Europa democrática y de los pueblos.