Dabid LAZKANOITURBURU
GUERRA EN SIRIA

Rumbo de colisión en Siria entre los EEUU de Trump y la Rusia de Putin

El cruce de amenazas, en el que no podía faltar la bravuconada tuitera de Trump, entre EEUU y Rusia, puso a ambos países rumbo a una colisión sin precedentes. Tanto Putin como el jefe del Pentágono, Mattis, lanzaron mensajes de más contención. Pero el despliegue militar ruso en todo el territorio sirio y los movimientos militares en la región, en el contexto de una altísima tensión bilateral, no invitaban a descartar un desenlace de consecuencias imprevisibles.

EEUU y Rusia se cruzaron amenazas y enfilaron ayer rumbo a una colisión sin precedentes, ni siquiera en la Guerra Fría, acaso solo comparable a la crisis de los misiles de Cuba en 1962.

Si entonces fue el descubrimiento por parte de EEUU de bases de misiles nucleares de alcance medio soviéticos en territorio cubano el que a punto estuvo de provocar un enfrentamiento nuclear, en 2018 es la posición preminente lograda por Rusia y –no se olvide– por Irán en Siria, y la constante pérdida de influencia en Oriente Medio de Washington y de sus aliados la que está elevando la tensión hasta límites insospechados y amenaza con un enfrentamiento directo.

Las denuncias en torno a un supuesto ataque químico del Ejército sirio en la rebelde Duma, en Ghuta Oriental, es la chispa que puede hacer estallar una mecha de consecuencias imprevisibles.

Las potencias nucleares occidentales, decepcionadas tras haber acariciado durante años la derrota de un régimen, el de Bashar al-Assad, que está a punto de ganar la guerra, otorgan total credibilidad a la denuncia, a la que la OMS da verosimilitud (ver despiece). Una denuncia que Rusia –e Irán–, decidida a apuntalar al régimen a toda costa y por interés geoestratégico, tildó ayer de un montaje grabado por el grupo de defensa civil de los «Cascos Blancos».

La divergencia quedó evidenciada en la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU (ver el segundo despiece).

Como estaba previsto, las espadas quedaron en alto. A partir de ahí, la secuencia fue in crescendo y acabó siendo protagonizada por los bravucones tuits de Donald Trump.

En respuesta a las amenazas proferidas en las últimas 48 horas por EEUU, Gran Bretaña y Francia, el Kremlin les advertía en contra de cualquier acto que «pueda desestabilizar la frágil situación en Siria y de la región». El embajador de Rusia en Líbano, Alexander Zasipkin, iba más allá y había advertido el martes de que cualquier misil estadounidense «será derribado y su plataforma de lanzamiento será atacada». El vicepresidente de la Comisión de Defensa del Senado ruso, Evgeni Serebrenikov, coincidía en asegurar que Rusia «tiene bien protegidas sus bases y responderá de inmediato si EEUU ataca a su contingente».

El tuit de Trump

El presidente de EEUU entró entonces en escena y, en su habitual lenguaje tuitero, «prometía» que atacará con misiles en Siria y le retaba a derribarlos. «Rusia promete derribar todos los misiles disparados en Siria. Prepárate, Rusia, porque habrá, buenos, nuevos e inteligentes», afirmó Trump en su cuenta de Twitter, donde lamentó la colaboración de Moscú con «un animal que asesina con gas, que mata a su pueblo y disfruta de ello» (en referencia a Al Assad).

En un segundo mensaje, Trump certificó que las relaciones bilaterales «son hoy peores que nunca, incluida la Guerra Fría» y no dudó en imputar la responsabilidad a Rusia con un mensaje condescendiente: «No hay razón para ello. Rusia necesita que ayuden a su economía (....) Paramos la carrera armamentística?».

Las amenazas-provocaciones de Trump fueron respondidas por la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zajarova, quien señaló que los misiles «inteligentes» de Trump deberían dirigirse «contra los terroristas, y no contra el gobierno legítimo de Damasco». Zajarova fue más allá y sugirió que los anunciados bombardeos estadounidenses podrían tener como objetivo «borrar las huellas de las provocaciones en Ghuta», en referencia a la denuncia del supuesto ataque con armas químicas.

Putin llama «a la cordura»

El Kremlin señaló que «no participamos en la twitto-diplomacia y defendemos acercamientos serios a los problemas». Abrió así la vía al presidente ruso, Vladimir Putin, quien trató de zanjar el cruce de mensajes y abogó «por que el buen sentido se imponga en las relaciones internacionales» y alertó de que «el estado del mundo no puede más que provocar preocupación, porque la situación mundial es cada vez más caótica».

El jefe del Pentágono, Jim Mattis, pareció en un primer momento coincidir en intentar rebajar la tensión y señaló que EEUU «todavía está evaluando» las informaciones sobre el ataque químico para apuntar luego a sus responsables. No obstante, añadió que está «preparado» para presentar las opciones militares en Siria a Trump.

Por de pronto, el Ejército ruso fue puesto ayer en estado de máxima alerta, visible sobre todo en las fronteras con Ucrania y Bielorrusia y en Oriente Medio. Igualmente, las fuerzas leales a Al-Assad en Siria comenzaron a evacuar las principales bases militares y aeródromos.

Para completar el cuadro, Israel ha puesto a su Ejército en alerta máxima por temor a una respuesta de Irán al ataque del lunes pasado a una base militar en Siria. En ese caso, «Al-Assad y su régimen desaparecerán del mapa», advirtió Tel Aviv.

La ONU y su Consejo de Seguridad, en la picota

La última votación, y las respectivas posiciones de Rusia y EEUU y sus aliados, en el Consejo de Seguridad de la ONU, evidencian hasta qué punto llega la irrelevancia de la Organización de las Naciones Unidas, e incluso de su único órgano ejecutivo – nada democrático al estar reservado a las grandes potencias nucleares–.

Rusia ha puesto el acento en que EEUU presentó una resolución pidiendo un mecanismo de investigación del supuesto ataque químico mientras votaba en contra de una resolución presentada por Moscú para encargar una investigación a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OIAC).

Las amenazas de Trump dan a entender que no tiene intención alguna de esperar a investigación alguna. La diplomacia estadounidense justifica esa contradicción asegurando que «tenemos nuestros propios mecanismos de investigación y sabemos que fue utilizado un producto químico aunque no sabemos exactamente cuál».

Las contradicciones de Rusia no son menores. Por de pronto, y al apostar por la OIAC, asegura inmunidad porque este organismo, por sus propios estatutos, solo está autorizado a certificar o no ataques, no a señalar responsables. Además, y como resaltaba un diplomático occidental, «¿en cuánto tiempo llegaría esa misión? ¿Qué acceso tendría sobre el terreno? y, sobre todo, ¿Cómo garantizar que previamente no se limpia la zona del supuesto ataque?».

No acaban ahí las contradicciones rusas. Fue Moscú el que vetó a finales de 2017 la prórroga por otro año de la misión de la ONU-OIAC. Y vetó por enésima vez ayer la creación de una comisión de investigación con mecanismos sancionadores. Lo hizo «para no meter a la ONU en aventuras». Lo que Rusia no vetó fue la resolución que «por unanimidad» adoptó el Consejo el 24 de febrero instando a una tregua en Ghuta. Lo dicho, la ONU, en la picotaD.L.

La OMS da credibilidad a un ataque químico

La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que 500 personas fueron atendidas en centros médicos en Duma con síntomas de exposición a agentes químicos y que unas 70 personas que estaban en sótanos murieron. Al menos 43 de los fallecidos presentaban «síntomas relacionados con una exposición a químicos altamente tóxicos, como irritación severa de las membranas mucosas, dificultades respiratorias y fallos del sistema nervioso central», señala la agencia de la ONU tras revisar la información que le han hecho llegar entidades con las que trabaja.

Además de reclamar «acceso inmediato y sin obstáculos» a la zona, la OMS recordó que el año pasado se hizo llegar a Ghuta Oriental, incluida Duma, antídotos para gas nervioso, como el sarín, pero recordó que no hay antídotos para el gas cloro ni para el agente vesicante, que ataca la piel.