Pablo Varas
Escritor
KOLABORAZIOA

Pinochet nunca se fue

Haber llamado a votar Asamblea Constituyente y luego prestar juramento como parlamentarios sobre la Constitución de la dictadura militar para instalarse como representantes del pueblo es sencillamente un rendirse, aceptar que toda la actual legalidad de Chile país es la justa, correcta y democrática.

Lejos está lo que sucede en otros parlamentos, donde diputados elegidos no reconocen sus bancadas, no ocupan sus sillones, o no juran ni prometen, sino que manifiestan que lo hacen por imperativo jurídico.

Hay momentos en la historia de los pueblos donde los gestos políticos se instalan y quedan para convertirse en fuertes señales para que las nuevas generaciones se espera tomen el relevo histórico. Donde los vencidos sientan que su derrota no fue ni será eterna, y que todas las formas de lucha valieron la pena, aun con los elevados costos que pudieron haber significado, para quienes son la memoria.

La Concertación / Nueva Mayoría en Chile muy poco aportaron para desmontar el proyecto que instaló la derecha, los militares y los norteamericanos luego de haber conocido la dura derrota en septiembre de 1970. Un país reformado y reprimido que se repartieron grupos económicos con la anuencia de las Fuerzas Armadas, sin importar las violentas consecuencias políticas, sociales y económicas que provocarían entre millones de chilenos.

Chile tiene miles de muertos y desaparecidos, consecuencia del terrorismo de Estado ejecutado por las Fuerzas Armadas.

El golpe militar chileno no sólo fue un alzamiento financiado por los Estados Unidos, se trazó una política de exterminio donde los delitos se consideran de lesa humanidad, tanto así que Pinochet permaneció detenido en Inglaterra por quince meses, dándole un carácter diferente a la justicia internacional. No fue el llamado del alma de la patria el que se escuchó en todos los regimientos de Chile. todo se inició a sangre y fuego para refundar un país desde el más duro neoliberalismo dirigido desde la Universidad de Chicago, así trabajaron los militares y convencidos que para alcanzarlo había que manchar el asfalto.

De la dictadura militar se heredó el agresivo sistema de salud, la privatización de la educación a la que se define como un «bien de consumo». El modelo previsional con miserables consecuencias para los jubilados en manos de grupos nacionales y extranjeros. La privatización de los puertos, la entrega del mar a unos cuantos familiares, concesiones mineras como el litio casi a perpetuidad al yerno de Pinochet. Millones de chilenos viviendo bajo los niveles mínimos de extrema pobreza, y un largo listado de derechos conculcados con un modelo constitucional clasista y antidemocrático.

Nada verdaderamente serio se ha intentado para construir y sostener a Chile con una normativa jurídica democrática y votada por todos. Se clama y apura una nueva constitución. Tan precario y falso resulta entonces el intento de Bachellet de un proyecto para una nueva constitución en el último minuto, y que se agitó en toda la pre y campaña hace ya cuatro años.

El agotamiento y la nula renovación política del bloque gobernante era evidente. Una precaria y difusa administración del modelo en manos la nueva generación que sin poner ninguna gota de esfuerzo por alterar el modelo dictatorial, se sintió dueña de la verdad y se instalaron con una incontenible avidez de querer controlarlo todo. Mirar desde arriba a los que trabajan para luego pactar con los dueños del sistema que los financiaron para dejarlos convertidos como un activo económico más, en el proceso de acumulación de riqueza bajo la exigencia de no alterar nada, que todo siga igual.

Las normativas democráticas en Chile la dictan y financian los empresarios y banqueros para su beneficio. El largo listado de parlamentarios / subsecretarios investigado por cohecho, falsificación de instrumentos públicos, muchos ya condenados sumaron en la peor crisis de credibilidad desde los primeros tiempos de la concertación.

Pinochet está en La Moneda sencillamente porque nunca se fue.

No solamente porque Sebastián Piñera brindara el día del golpe militar mientras estudiaba en los EEUU. No solamente porque Piñera fuera el jefe de campaña de Buchi, candidato de Pinochet en las primeras elecciones presidenciales. Pinochet salvó de la cárcel a Sebastián Piñera. Pinochet está representado por todos los que salieron a pedir sea devuelto a Chile mientras estuvo preso en Inglaterra, Piñera fue uno de los primeros en quebrar lanzas para quien le posibilitara condiciones en sus negocios.

Pinochet está porque hay quienes defienden a sus soldados presos en una cárcel de carácter exclusivo.

La dictadura vive porque nunca fue sometida a juicio por el delito de golpe militar y nunca haber pagado la destrucción de La Moneda. Los militares nunca han abandonado la casa de los presidentes porque nada ha cambiado en sus instituciones, y siguen conservando ese carácter de clase que define como enemigos de la patria a los pobres, y coloca en la mira cualquier intento de lucha para mejorar las condiciones de vida digna.

Pinochet está porque todos los ministros de Defensa Nacional han actuado como serviles empleados. Porque mantienen sus privilegios muy superiores a los que deben soportar millones de chilenos. Porque robaron dinero público y lo hacen de forma cotidiana en un sofisticado y único sistema de pensiones, recontrataciones, pago de sobresueldos, donde lo más aberrante es la mantención de graduación con elevados sueldos a los militares condenados por delitos y crímenes de lesa humanidad.