El Ejército sirio intensificó ayer los bombardeos en el campo de refugiados palestinos de Yarmuk y barrios adyacentes al sur de Damasco, controlados por yihadistas del Estado Islámico y de la exfilial de Al Qaeda. En el segundo día de ofensiva, los yihadistas replicaron lanzando misiles sobre barrios vecinos y mataron al menos a un civil. El Gobierno sirio aumenta la presión sobre los yihadistas después de que fracasara un acuerdo de evacuación. Este reducto es el último en los alrededores de la capital que escapa al control del régimen, que ha comenzado el avance sobre otro foco rebelde en Qalamun, al noreste.

La Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) alertó de la suerte de 6.000 de civiles que aún siguen en el campo y otros tantos en los alrededores por la continuidad de los bombardeos, disparos de misiles y combates en el interior del mismo y sus alrededores. Afirmó de que «las cosas ya eran espantosas incluso antes de este último repunte de violencia» y de que «los suministros de comida y medicinas se están agotando. No hay agua potable y muy poca electricidad. Las opciones sanitarias son limitadas y no quedan doctores».