El comercio colapsó y la escasez empezó a hacerse patente ayer en Managua y varias ciudades del Pacífico, en el quinto día de manifestaciones contra el Gobierno de Nicaragua por su propuesta de reformar la seguridad social que elevan las cuotas, reducen las pensiones y establecen cotizaciones de por vida. Veintisiete personas habrían muerto en la ola de protestas que estremece al país y tiene contra la pared al presidente Daniel Ortega, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh). El balance oficial cifra en diez los muertos.

Al saqueo en los supermercados y tiendas se unió la avalancha de personas que acudió a los establecimientos para comprar alimentos, a fin de hacerse con reservas. Las estanterías de la mayoría de supermercados se vaciaron antes del mediodía.

Vecinos de diferentes barrios se enfrentaron a supuestos miembros de la Juventud Sandinista y grupos afines del Gobierno, a quienes señalaban como saqueadores, mientras los informativos oficialistas aseguraban que «grupos de la derecha»cometían saqueos masivos y la gente en las redes sociales denunciaba que la Policía reprime a los manifestantes pero no hace nada por impedir los saqueos.

El mensaje el sábado del presidente, Daniel Ortega, aceptando dialogar con los empresarios sobre de la reformas planteada, el asunto detonante de las protestas, lejos de calmar los ánimos los avivó, ya que los manifestantes no se identifican con ninguna de las partes y denuncian en las calles también los supuestos fraudes electorales, las continuas alzas de los combustibles, la actuación impune de la Policía, las muertes sin explicación de campesinos contrarios al Gobierno y el discurso oficial de «paz y reconciliación» que, dicen, no refleja la realidad.