La fuerza del destino

Hay películas en las que el oído es tan importante para la audiencia como la propia vista, o incluso más, como es el caso de “Maria By Callas” (2017). Si este documental ha gustado al público melómano más que ningún otro sobre la gran diva del bel canto, a pesar del interés previo suscitado por “Callas Assoluta” (2007), se debe mucho a la extraordinaria simbiosis que se crea entre la voz de la propia soprano y la de la actriz Fanny Ardant. La una canta y la otra ejerce de lectora de la correspondencia personal de la Callas, como si fueran una misma persona. En esto influye el hecho de que la actriz de Truffaut interpretara a la cantante griega tanto en la gran pantalla como sobre los escenarios. En el cine lo hizo a las ordenes de Franco Zeffirelli en “Callas Forever” (2002) y en el teatro con el monólogo de Terrence McNally “Master Class”.
A Fanny Ardant por su edad siempre le ha tocado ser una Callas marchita, ya retirada de las giras y encerrada en su piso de París o dando clases a otras futuras estrellas de la ópera. Y en “Maria By Callas” dicha aureola decadente juega a favor de la película, ya que desempeña el papel de la mujer que en un tono reservado se confiesa con sus más íntimos. Sus palabras van dirigidas a su gran amor Aristoteles Onassis, que le devolvió ese sentido trágico y tan operístico que tenía de la fuerza del destino, materializando su sueño de recuperar sus orígenes helénicos, a lo que también contribuyó Pasolini dirigiéndola en “Medea” (1969) de Eurípides. Otras de las cartas tienen como destinataria a su amiga Grace Kelly o a su profesora y consejera Elvira de Hidalgo.
Pero cuando la Callas canta “Casta Diva” aleja esos fantasmas y se eleva al infinito sacando la divinad que lleva dentro, conmoviéndonos más allá del mero disfrute musical. El filme muestra su sacrificio humano de artista privilegiada que asume su total entrega vocal.

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