Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Las pensionistas saldrán a la calle «hartas» del olvido

«Hartas» de los graves problemas de exclusión y pobreza que padecen miles de ellas y de que no se les reconozcan sus derechos, mujeres que participan en las plataformas de pensionistas llamaron ayer a manifestarse el sábado 26 de mayo en las cuatro capitales de Hego Euskal Herria. Exigen la universalización para todas del derecho individual subjetivo a una pensión digna independientemente de su situación laboral, porque ellas sostienen el sistema actual.

Mujer y pensionista, dos de las condiciones de muchas de las personas que nutren las bolsas de exclusión y también dos movimientos emergentes que ponen en cuestión al sistema heteropatriarcal neoliberal. Ayer, en Bilbo, animaron a la movilización por unas pensiones públicas dignas como parte muy importante de las plataformas que en los últimos meses exigen cambios legislativos urgentes.

Las primeras interpeladas son las instituciones vascas, a las que se demanda que blinden derechos como una pensión mínima mensual de 1.080 euros y un Salario Mínimo Interprofesional de 1.200 «para luchar contra la pobreza», además de políticas efectivas de creación de empleo de calidad y reducción del tiempo de trabajo «para crear más y mejor empleo».

Ellas lo tienen claro: «El problema es el sistema, no nuestras pensiones». «Muchas de nosotras no hemos tenido la posibilidad de trabajar con un empleo reconocido. Hemos trabajado toda la vida en casa y fuera de casa. Contribuimos a generar el 50% del PIB real pero ese trabajo no se reconoce, no se valora, no se contabiliza. Genera obligaciones pero no vale para crear derechos», denunciaron.

Recordaron que el derecho a la pensión de viudedad depende de lo cotizado por la pareja, que les da acceso a una parte de lo que él recibía. «¿Y las que hemos decidido no casarnos? ¿Y a las que no se les ha permitido casarse porque hasta hace poco era una posibilidad reservada para las heterosexuales?», se preguntaron, cuestionando las reglas establecidas. Otro factor determinante para contar con una pensión un 70% inferior a la de los hombres de media son las peores condiciones laborales y los salarios más bajos. «Dejamos de cotizar varias veces durante nuestra vida laboral porque seguimos cuidando y ocupándonos de los trabajos de casa», argumentaron.

Alertaron de que no todas las mujeres tienen reconocido el derecho subjetivo a una pensión. «Las que no han accedido a un empleo remunerado son invisibles para el sistema de pensiones. Seguirán dependiendo de sus maridos o de sus tierras. Las que han accedido a un empleo de forma precaria no consiguen con sus pensiones acceder a unas condiciones de vida dignas. Las mujeres jóvenes que están accediendo ahora al mercado laboral no van a poder cumplir con las condiciones que han impuesto reforma tras reforma», advirtieron.

Las pensionistas reivindican tener una vejez digna. «De poder acceder a servicios básicos, de poder disfrutar del tiempo libre, de poder cuidarnos después de haber cuidado a tanta gente. No hay jubilación digna sin una pensión digna. Vivir con pensiones de miseria supone viviendas deterioradas, pobreza energética, dificultades para acceder a medicamentos, una mala alimentación. Supone encerrarte en casa», relataron.

«Estamos hartas de ser invisibles para un sistema que nos necesita pero no nos reconoce el derecho básico a una pensión y una vida digna; estamos hartas –enfatizaron– de que esa invisibilidad sea utilizada para discriminarnos, agredirnos y convertirnos aquí y ahora en personas de segunda categoría». Recordaron que su trabajo es «fundamental» para la sostenibilidad del sistema y exigen que se reconozca con urgencia.