Aimar ETXEBERRIA
EDIMBURGO
Elkarrizketa
CLARA PONSATÍ
EXCONSELLERA DE EDUCACIÓ Y ACADÉMICA

«No hay que ceder, no hay que rendirse; los españoles ya se hundirán ellos solos»

Pasó, en julio de 2017, de dirigir la facultad de Economía y Finanzas de la prestigiosa Universidad de St Andrews a hacerse cargo de la Conselleria de Educació del Govern de Puigdemont meses antes del 1-O. Tras el éxito del referéndum, tuvo que exiliarse en Bélgica antes de regresar a Escocia.

Ponsatí no es una política al uso, como bien subrayó el exprimer ministro escocés Alex Salmond en el coloquio público que mantuvieron el último sábado de abril en el hotel The Principal de Edimburgo. Se trata de una académica que, en un momento que exigía responsabilidad y altura de miras, asumió su parte y respondió afirmativamente a la llamada del entonces president Carles Puigdemont. Era julio de 2017. Catalunya aguardaba a ejercer el derecho a decidir cuando Ponsatí se hizo cargo de la Conselleria de Educació. Ese paso adelante y la llegada al Govern cambió drásticamente su vida, pues tras el éxito del 1-O pasó a estar en el punto de mira de las instancias judiciales españolas. Además, el Gobierno del PP la cesó valiéndose del artículo 155 y apenas unos días después se exilió en Bélgica, desde donde volvió a Escocia, donde reside actualmente. Pese a la distancia, no pierde detalle de la actualidad catalana. Profesora en la prestigiosa Universidad de St Andrews, recibe a GARA en una solemne sala de la Facultad de Economía y Finanzas.

Está de vuelta en Escocia, pero en una situación que nada tiene que ver con la anterior. ¿Cómo está siendo ese regreso?

He vuelto a mi trabajo, a mi vida anterior antes de entrar en el Gobierno. Pero, evidentemente, como hay una euroorden contra mí y hay que resolverla, la situación no es exactamente la misma. Estoy en compás de espera. Los abogados están trabajando preparando mi defensa y yo me estoy incorporando a mis tareas de investigación. También me toca preparar la docencia para después del verano.

¿Cómo lleva estar a la espera de una decisión judicial que, como viene apuntando su abogado, puede resultar en una «sentencia de muerte» para usted?

Lo mejor que puedo. Llevo desde hace meses procesando los niveles de estrés que produce esta situación, pero digamos que desde ese punto de vista la presión era mucho más intensa en la Conselleria preparando el referéndum y en las jornadas posteriores al 1-O que ahora. Aquellos días sí que fueron, desde el punto de vista personal, muy duros. Ahora, aunque no es agradable saber que no puedes volver a casa, llevo una vida más manejable.

La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, se solidarizó con usted mediante unos tuits; el «crowdfunding» para luchar contra su extradición fue un éxito; más de 100 académicos publicaron una carta en “The National”&flexSpace;en su defensa… ¿Le ha sorprendido la ola de solidaridad que se ha levantado en torno a su situación?

A mí, digamos que todo me sorprende, porque yo nunca me he dedicado a estas cosas. En este caso es una sorpresa agradable, que tiene su explicación natural. Los escoceses son gente profundamente demócrata, y los derechos de las personas y de los pueblos están en su visión del mundo. Por lo tanto, es natural que mi caso haya despertado tanta simpatía aquí. Por otra parte, es probable que las bases del SNP estuvieran deseosas de tener alguna causa que las motivara. Celebro su apoyo y lo agradezco mucho.

¿Ha habido algo en particular que le haya tocado en especial?

Es bastante especial que la gente sencilla de la calle –taxistas, policías, señoras de la limpieza...– te reconozca y desee tocarte y saludarte personalmente. Es una experiencia que nunca hubiera pensado que la iba a vivir.

¿Cómo se ha portado la Universidad tras su regreso?

La principal [directora], la profesora Sally Mapstone, se ha comportado con un nivel estupendo de decencia democrática e hizo unas declaraciones muy escuetas, contundentes y claras sobre mi situación y la postura de la Universidad. Ella no toma partido ni sobre mis opiniones ni sobre mis actuaciones, pero piensa que hay que defender mi derecho a la defensa y a la libertad de expresión.

¿Qué es lo que está en el origen de toda esta solidaridad?

Hay un doble componente. Por una parte está la conciencia democrática, que es independiente de que la gente esté a favor o en contra de la independencia de Catalunya. Ante todo, la gente entiende que la persecución que estamos sufriendo se debe a la actuación de un estado autoritario. Evidentemente, hay más simpatía hacia el caso catalán entre las personas que se sienten más identificadas con la causa independentista de Escocia. Es algo natural, aunque la solidaridad no es exclusiva de este sector de la población. De hecho, el principal abogado que va a defenderme ha sido miembro del Parlamento escocés por el Partido Laborista, y confío en que haga una defensa contundente de mi causa.

¿Se pueden trazar paralelismos entre la situación catalana y la escocesa? ¿O hay más diferencias que similitudes?

Paralelismos no, lo que se puede hacer es contrastar las diferencias y ver cómo un mismo deseo de autodeterminación se ha gestionado de forma tan distinta y ha dado lugar a resultados tan opuestos desde el punto de vista de la gestión democrática. Es muy chocante que una demanda que es similar reciba un trato tan diferente por parte de las autoridades centrales.

Pasó de dirigir una facultad de una de las universidades más importantes de Gran Bretaña a ser consellera en el Govern para acabar exiliada. ¿Qué ha sido lo peor y lo mejor de esta travesía?

Lo peor es que hay nueve personas en la cárcel, y también que durante un tiempo pareció que esto hacía un efecto sobre la actividad política en Catalunya, donde parecía que el miedo estaba cuajando, al menos en determinados sectores. Y lo mejor, que el 1-O fue un gran momento de autodeterminación, aunque en mi opinión en los días posteriores al referéndum no hicimos lo que debíamos haber hecho, por lo cual me sentí muy frustrada. No obstante, creo que hemos avanzado mucho y que, aunque las cosas no son como las imaginábamos en verano de 2017, hemos dado pasos muy bien determinados para avanzar hacia la República.

Cuando dice que no hicieron lo que debían haber hecho, ¿se refiere a la proclamación de la República?

Bueno, pienso que para declararla había que tener instrumentos para sostenerla. Hasta qué punto podía esto estar preparado es la pregunta del millón. Tampoco sirve para mucho dedicar grandes esfuerzos a ver quién hizo qué y lo que se hizo mal. Podíamos dedicar mucho a ello, pero no merece la pena, y menos en público.

¿Por qué optó por el exilio? ¿Y considera que ello ha ayudado a la internacionalización del procés?

Porque soy una persona libre y no quiero que me metan en la cárcel por hacer lo que es mi derecho y el del pueblo de Catalunya. Creo que esta situación es totalmente abusiva e ilegal. En la medida en que en España no haya instrumentos para que prevalezca el Estado de Derecho, no queda más remedio que defenderse desde fuera. Y absolutamente, sí: es evidente que hasta que el Estado español no se ha sentido presionado por jueces independientes de países democráticos ha avanzado en el abuso todo lo que ha podido.

¿Tiene algo que reprochar a las instancias europeas?

Evidentemente, la Comisión Europea no se ha comportado como institución respetuosa ni con los tratados de la Unión ni con la Carta de Derechos Humanos. Sabemos que las élites políticas gubernamentales europeas actúan solamente cuando están suficientemente presionadas, y es cierto que nuestra causa no es todavía suficientemente potente. El Parlamento Europeo no es una herramienta democrática, la Comisión Europea no siente la necesidad de rendir cuentas ante el electorado europeo y el Partido Popular español es muy importante para mantener las mayorías en ambas instancias. El PP cuenta por el momento con margen, aunque no sé hasta cuándo le va a durar ese crédito si sigue abusando de los derechos humanos.

Después de todo lo que ha ocurrido en estos últimos meses, ¿considera que ha merecido la pena?

Desde el punto de vista personal no, claro que no. Espero que con los años los costes personales en los que yo haya incurrido se compensen con beneficios colectivos. Pero es evidente que desde el punto de vista personal he pagado un precio altísimo.

¿Sigue ligada a la política catalana? ¿Cómo está viendo los acontecimientos y qué salida ve para el procés?

No puedo evitar seguir lo que acontece en Catalunya. Cuando una es una exiliada del Gobierno que proclamó la República, ¿cómo puede evitarlo? Lo sigo con esperanza, porque creo que la élite del nacionalismo español está tan embrutecida y tan dispuesta a hacer lo que sea que va a implosionar por ella misma. Y en lo que se refiere al procés, lo importante es mantener las posiciones, la capacidad de movilización, no ceder y no rendirse; los españoles ya se hundirán ellos solos. Con problemas tan acuciantes encima es difícil ver salidas con perspectiva, pero es que no hay más salida que el exterminio, la asimilación o la autodeterminación en condiciones democráticas. Las dos primeras me parecen poco probables, pero todavía no estamos en condiciones de que se imponga la tercera.