Un año es corto, según la medida del ministro de Educación Jean-Michel Blanquer. Pero se nos está haciendo largo y quedan cuatro de macronismo, una política que se presentaba nueva pero que viene siendo el neoliberalismo americano de toda la vida pero en francés y publicitado en las redes sociales a veces incluso en inglés, para escándalo de algunos francófonos chovinistas que posiblemente se escandalicen menos por los recortes que en estos doce meses han echado a la calle a todos los sindicatos. Un año puede ser corto, pero ha dado para mucho en reducción de servicios públicos. Y lo que queda, porque este mismo viernes ya se ha anunciado que la tijera llegará a la Seguridad Social. En cuanto a la Educación, Blanquer, como Macron, lo tiene claro: hacer más con menos. Es el mismo cuento del milagro de los panes y los peces pero en versión neocón. Y aunque el ministro presuma de vanguardista, ya lo hicieron antes que él los gobiernos de Hollande, y antes los de Sarkozy, más dispuestos a invertir en militares que en ciudadanos, más cómodos con la ignorancia que con el conocimiento. Luego, cuando unos jóvenes apalean hasta la muerte a un inmigrante burkinés, como ha sucedido este fin de semana en Pau, llegan los discursos moralizadores rebosantes de hipocresía. Porque, en realidad, saben muy bien que recortar nos hace, como sociedad, más cortos.