Iñaki IRIONDO

Nerviosismo, mala conciencia y nula influencia

El comunicado del EBB anunciando su nuevo espaldarazo a Mariano Rajoy evidencia nerviosismo y mala conciencia. Solo desde el nerviosismo se entiende el error tonto de hablar de «cuatro grandes argumentos» y enumerar luego cinco. A la mala conciencia se puede achacar el intento de presentar su decisión como un servicio más a la causa del soberanismo catalán, con excusas tales como que «la ausencia de Presupuestos alargaría sine die el 155».

El comunicado incluye, además, afirmaciones que difícilmente son compatibles con la realidad. Sostiene el PNV que «hemos mantenido hasta hoy [por ayer]» la «negativa a negociar los PGE si el 155 seguía en vigor». Es evidente que todas las enmiendas pactadas con el PP, como el «acuerdo» sobre las pensiones y el «desarrollo» de la «agenda vasca», se han negociado durante semanas con el 155 en vigor.

Pero si algo llama la atención del escrito del EBB es la afirmación de que su decisión conlleva «no perder la capacidad de influir en favor de una solución dialogada para Catalunya», y «conservar, asimismo, su capacidad para hacer de freno a quienes apuestan única y exclusivamente por soluciones autoritarias e impositivas». Dado que hasta aquí hemos llegado sin que se haya dado ninguna «solución dialogada para Catalunya» y que se han impuesto «las soluciones autoritarias», hasta el punto de extender el 155 más allá de la propia legalidad y mantener en prisión a políticos por delitos que nadie en Europa ve, convendría que el PNV ilustrara con ejemplos de qué capacidad de influencia habla. Influencia ha demostrado UPN para que el último gesto de Mariano Rajoy en esta negociación haya sido dar un portazo en las narices a Iñigo Urkullu y Uxue Barkos y su invitación de crear grupos de trabajo para hablar de política penitenciaria.

No es influencia en el Gobierno español conseguir que cada año, por necesidad, apruebe un catálogo de inversiones que luego ni siquiera cumple lo que, como la tarifa eléctrica para la industria, le permite venderlos una vez tras otra. El PNV tiene tanta capacidad de influencia como el único diputado de Nueva Canarias, pero él, al menos, no disimula su espíritu mercantil.