Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS
Periodista

La peste

Hoy culmina la historia de una muerte anunciada. Hoy, mañana, pasado… Es cuestión de un pequeño puñado de días; quizá de un puñado de horas. Rajoy es un muerto insepulto que ha gangrenado no solamente a la sociedad española sino a las instituciones encargadas de velar por su honestidad. Rajoy ha convertido en delincuente a todo su partido, hasta el punto de que lo eliminable no es un gobierno sino toda la organización política sobre la que ese gobierno se sostiene. Esa organización ha penetrado víricamente, vorazmente, la nación española, que apesta desde la cumbre real al último ayuntamiento. Estamos, pues, no sólo en la necesidad de unas elecciones que cambien el protagonismo institucional sino ante la necesidad de una causa general para invalidar penalmente al Partido Popular y a cuantos desde las alianzas, el parlamento, la judicatura o las fuerzas de orden público han contribuído a la expansión de la peste. En la atropellada creación de leyes sin más moral ni propósito que encarcelar nada menos que al pensamiento adversario, falta la instauración del delito comunitario, que ahora funciona ya indebidamente en la Catalunya que se bate pacíficamente por su libertad. Con el cúmulo de sentencias ya emitidas sobre el Partido Popular cabe procesarle como organización para delinquir.

Pero ese proceso necesita revestirse con otras togas. Debe ser una vista abierta a la calle, que es, quiéralo o no, la víctima de tanto desafuero.