Raimundo Fitero
DE REOJO

Chancletas

La importancia de los eventos televisados se puede calibrar por los anuncios que lo arropan. La Copa del Mundo tiene sus patrocinadores universales muy reconocidos y de repente aparece una marca de chancletas. De origen brasileño, una marca que ha ido copando una manera de andar y estar en verano. Unas chancletas como símbolo de lo pequeño frente a lo magnificente. Las chancletas que sirven para ir a la piscina o al chiringuito, al mercado o a la discoteca. La auténtica igualdad, sirven para ellos o para ellas. Tienen un único diseño básico, cambian los colores, se identifican de manera simple. Porque unas chancletas son unas chancletas. Y nadie puede negar que las chancletas son la mejor manera de andar en chancletas.

Esperemos que algún día podamos usar las chancletas sin prejuicios y sin riesgo a la pulmonía. La Copa del Mundo en Rusia nos indica que por esos lugares del norte se puede andar en chancletas porque hace calor. Que no hay enemigo pequeño. Que los partidos duran noventa minutos más lo que se añada ahora por el uso del V.A.R., ese equipo de tecnología punta que arbitra por encima de lo obvio y que se va a implantar de manera inmediata en la Liga, por lo que los comentaristas de los programas de crispación van a tener un freno indiscutible a sus tendenciosas alucinaciones.

Una manifestación tan familiar, tan acogedora, tan justa que daban ganas de ir con chancletas. Sonó a fiesta reivindicativa. A un grito tan lógico, tan coral que parece mentira que se deba seguir pidiendo una justicia no vengativa, no ideologizada, no convertida en un instrumento represivo. Bueno, ya que estamos una justicia en chancletas. O de mesa camilla. O de convivencia. No de imposición. Por cierto, otra garganta profunda de la banda de M. Rajoy ha muerto en sospechosas circunstancias violentas.