Izkander FERNÁNDEZ
AZKENA ROCK FESTIVAL

CONVERTIR EL PRESENTE EN HISTORIA EN UNAS DÉCIMAS DE SEGUNDO

PRIMERA JORNADA DE AZKENA ROCK FESTIVAL 2018 PROTAGONIZADA POR LA ELEGANCIA Y EL MATIZ DE VAN MORRISON. CON UN DULCE Y EQUILIBRADO BAILE ENTRE UN SOL CASTIGADOR Y UNA BRISA AGRADECIDA, MENDIZABALA VOLVIÓ A SER LA CAPITAL MUNDIAL DEL ROCK.

Azkena Rock Festival fue un sueño que muchos tuvieron en su cabeza incluso antes de que ocurriese. Según fue asentándose y convirtiéndose en realidad ofreció múltiples alegrías y un buen puñado de imposibles: New York Dolls, Steve Earle, Urge Overkill, Screaming Cheetah Wheelies, Blind Melon…. Con los años la sensación ha pasado a ser pura ensoñación. Los momentos, los conciertos, los abrazos con “los amigos y amigas de Azkena de toda la vida” pasan ante los relatos vitales de cada asistente como si fuese un recuerdo del pasado. Las realidades en el Azkena obtienen el cariz de vivencia en un lapso imperceptible. Toda una vida soñando y esperando para ver a Tom Petty en Azkena y de repente ya es una tumba más en ese gigantesco cementerio de elefantes que es Mendizabala. Lo que apenas ha ocurrido ya es historia en el ARF.

Historia es, fue y será el irlandes Van Morrison (George Ivan Morrison, Belfast, 1945). El león de Belfast se movió en un ambiente complicado, pero con resultados siempre sobresalientes. Una banda de incalculable valor, su voz aterciopelada y su repertorio de clásicos imperecederos sirvieron para un clima de festival que quizá no concuerda con la propuesta de Van Morrison. Bien, puede contarse, Petty no pudo ser, con Neil Young habrá que esperar, pero al menos Dylan y Van Morrison sí que pasaron por ese nudo de recuerdos que lleva por nombre Azkena Rock Festival.

Sabor norteamericano

El resto de los protagonistas que coparon la primera jornada provenía de Norteamérica. A cara de perro en un duro combate de hard rock genuino los californianos Rival Sons presentaron credenciales para ser uno de los gandes nombres de un rock que tristemente ya no es el que era en estos días de menos cuerdas, guitarras, actitud y más sintetizadores. Sheepdogs, desde Canadá, le dieron al rock sureño y al soul con mimo y delicadeza. Dead Cross avasallaron con un ejercicio de abuso y brutalidad mientras que Chris Robinson y su banda, con el gran Neal Casal en sus filas, escribieron su particular decálogo sobre el rock con acento ácido de la bahía de San Francisco.