EDITORIALA
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Ni «mili» ni patriotismo de nuevo cuño

En un país con una trayectoria histórica tan desobediente con los ejércitos estatales como Euskal Herria, el anuncio de Emmanuel Macron de que pensaba reintroducir el servicio militar no dejó indiferente a nadie. La primera formulación de la idea remitía lógicamente a la memoria de las deserciones masivas de jóvenes vascos en la Primera Guerra Mundial (convenientemente tapada por la historiografía oficial y los ‘‘Morts pour la Patrie’’ de los cementerios de Ipar Euskal Herria) y a la mucho más reciente lucha insumisa del sur, que entre los 80 y 90 fue punta de lanza para acabar con la «mili» en todo el Estado español. Posteriormente esa primera definición ha sido corregida, como cabía prever, y el Servicio Nacional Universal (SNU) se vende ahora como una iniciativa cívica cargada de buenos propósitos, que incluirá formación en primeros auxilios o fomentará el trabajo colectivo.

Harán falta más concreciones que las ofrecidas ayer por el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, para definir si Macron entiende el aparato del Estado como una especie de monitor de boy-scouts de 16 años (reciente está el episodio viral en que aleccionaba a un joven que le tuteó) o si su objetivo efectivamente tiene más carácter militar de lo que aparenta el rifirrafe con el Ejército (de momento no conviene olvidar que el grupo de trabajo lo preside un general y la etapa voluntaria se desarrollaría en cuarteles).

Tome un sentido u otro esta iniciativa, sea más «servicio» militar o social, lo seguro ya es que el plan del inquilino de El Elíseo será «nacional»; es decir, que intentará homogeneizar los criterios de la República en una edad clave para la toma de conciencia política de los jóvenes, adoctrinarles como «buenos franceses» en una línea no distante de la «españolización» que promovió el también ministro de Educación José Ignacio Wert en España, y, si es caso, fomentar su implicación en las estructuras y cuadros estatales, comenzando por la Armada. Nada nuevo bajo el sol; solo el patriotismo de siempre, adaptado de las guerras de otros siglos a los conflictos político-sociales de hoy día.