EDITORIALA
EDITORIALA

Libertad y diversidad sexual, hoy y aquí

Como era previsible, la excarcelación de «La Manada» empieza ya a tener consecuencias sobre la lucha diaria contra la lacra machista. En lo que atañe al caso concreto, el episodio conocido ayer del guardia civil acudiendo a tratar de recuperar su pasaporte y el posterior tuit de la Policía española jactándose de haberse dado cuenta de la jugada no es una mera broma de mal gusto, sino el último signo de la impunidad que sienten los agresores. Más allá de ello, los últimos días han deparado una cascada de noticias en el Estado español, desde Catalunya a Canarias, sobre violaciones grupales de otras «manadas» similares. El mensaje lanzado por estos jueces de la Audiencia de Iruñea ha sido demoledor. Y el desastre lo denota que sea la propia joven víctima, pese a su desprotección, la que haya salido públicamente a pedir a quien sufra algo similar que lo denuncie, del modo que sea.

El caso ha reflejado de nuevo una realidad brutal: la libertad sexual, el derecho básico a decir «no», continúa amenazada aquí y ahora. Se trata obviamente de una lacra global, pero cuidado con los prejuicios simplistas: un reciente informe de la Fundación Thompson-Reuters, especializada en esta cuestión, ha determinado que el país más inseguro para la mujer es la India pero que una superpotencia occidental como Estados Unidos está muy arriba en el ranking, en el décimo puesto.

Si la libertad sexual es aún obligadamente un reto a lograr, otro tanto ocurre con la diversidad sexual conmemorada con orgullo ayer, 28 de Junio. Los avances en el reconocimiento de derechos de las personas LGTBI+ han sido importantes estos años y Euskal Herria sin duda ocuparía un lugar positivamente destacado en una clasificación, pero tampoco aquí cabe llevarse a engaño: por citar un dato ilustrativo, la cuarta parte de los delitos de odio investigados en la CAV atañen a casos de homofobia, lesbofobia, transfobia... Igual que blindar la libertad sexual es una lucha de todas y todos, garantizar la diversidad sexual supone un reto colectivo, global pero también local.