Alberto PRADILLA
CIUDAD DE MÉXICO
VUELCO HISTÓRICO EN LA POLÍTICA MEXICANA

López Obrador lleva a México la esperanza desde la izquierda

Andrés Manuel López Obrador hace historia. El líder de Morena se impone en las elecciones mexicanas y lleva a la izquierda por primera vez al Gobierno. La euforia en el Zócalo, donde tuvo lugar la celebración, marca el nivel de responsabilidad de un presidente que se encuentra un país destrozado por la violencia, la corrupción y la crisis.

Cuando Andrés Manuel López Obrador entró en el Zócalo daba la sensación de que la mítica plaza podía venirse abajo. El líder de la coalición Juntos Haremos Historia, que agrupa a Morena (Movimiento de Regenera- ción Nacional), PES (Partido Encuentro Social) y PT (Partido del Trabajo) había esperado doce años para llegar al Gobierno. En 2006, el líder tabasqueño, de 64 años, perdió ante Felipe Calderón en unos comicios que AMLO, como se le conoce popularmente, tildó de fraudulentos. Nada pudo hacer. Calderón llegó a Los Pinos, residencia del jefe de Gobierno, y comenzó su «guerra contra el narco» que ha ahogado en sangre a México. López Obrador, por su parte, se presentó como presidente legítimo, trató de plantar cara, pero terminó desistiendo de mantener el pulso a la institucionalidad y comenzó una «larga marcha» a través del país que tenía como primer gran destino la celebración del domingo.

Llegar no fue sencillo y lo que viene después lo es todavía menos. López Obrador tendrá que manejar un país de 170 millones de personas, la segunda economía de América Latina, con más de 50 millones de pobres y una enorme frontera con EEUU, que está en el origen de la proliferación de grupos criminales.

El triunfo de López Obrador es histórico por dos cuestiones. En primer lugar, por la amplitud de la victoria, con más de 50 puntos, sacando 30 a sus dos grandes rivales, Ricardo Anaya y José Antonio Meade. Esto implica reconfigurar el escenario político en México. Morena emerge como partido hegemónico, ya que su dominio se extiende a la política local. Sus rivales, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido de Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) entran en un período de reflexión. Quién sabe si todos habrán sobrevivido dentro de seis años.

«Gobierno austero»

En segundo lugar, porque se trata de la primera vez que una candidatura de izquierdas llega al poder en México en su historia reciente. El país se encuentra en una profunda crisis marcada por la violencia, con más de 260.000 homicidios en los dos últimos sexenios; la corrupción, con los grupos criminales controlando territorios, y las dificultades económicas. López Obrador ha sido el único capaz de conectar con el hartazgo de una población agotada. Como receta, ha planteado recuperar activos de los negocios ilícitos y un «Gobierno austero», entiendo austeridad como adelgazamiento de la Administración y sus gastos superfluos, no como recortes sociales. Su «cuarta transformación» tiene algo de apelación moral, de presentarse como un líder intachable y vincular su éxito al fin de la corrupción. Pero, además, del ejemplo del jefe de Gobierno, necesitará éxitos tangibles con los que mantener los apoyos. Y hay quien advierte, como Luis Hernández, jefe de Opinión del diario “La Jornada”, de que AMLO se ha rodeado de empresarios como Alfonso Romo, su futuro jefe de Gabinete y hombre de negocios en el norte del país.

«No os fallaré», fue una de las grandes proclamaciones de López Obrador en su primera comparecencia como presidente electo, ante miles de personas que tomaron las calles después de que PRI y PAN (en coalición con PRD) reconociesen su derrota. «Hemos tenido un Gobierno lleno de corruptos, que no ven por el pueblo, sino solo por sus parientes y sus intereses. Ahora esperemos que AMLO nos cumpla», señaló Gaby González en la celebración de Morena.

Por el momento, López Obrador dispone de cinco meses para perfilar su equipo (que ya ha hecho público) y sus programas (que completará con encuentros con los movimientos sociales y diversos colectivos). Ya ha anunciado que iniciará otra gira por todo el país para encontrarse con las comunidades antes de llegar a la Presidencia. Durante este tiempo, tendrá que convivir con su antecesor, Enrique Peña Nieto. Consciente de que no puede abrir una guerra nada más ganar las elecciones, López Obrador ha mantenido un discurso conciliador, aunque crítico. «No quiero pasar a la historia como un mal presidente, como ocurrió con los que me antecedieron» dijo en el Zócalo.

En un contexto de ofensiva neoliberal (Argentina, Brasil), la victoria de López Obrador da oxígeno al campo progresista latinoamericano. Sin embargo, da la sensación de que este mira más hacia su país que hacia alianzas geopolíticas.

Entre Donald Trump y Nicolás Maduro

Tras la victoria de Andrés Manuel López Obrador se dio la paradoja de que dos de los primeros líderes que le felicitaron fueron antagonistas. Concretamente, Donald Trump, presidente de EEUU, y Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. El primero aseguró estar dispuesto a trabajar con su recién elegido homólogo, mientras que el segundo buscaba la complicidad de un nuevo integrante del campo progresista. No todo es blanco o negro.

En realidad, no parece probable que AMLO pase a formar parte de bloque alguno. Esto puede ser una buena noticia para Caracas. Enrique Peña Nieto ha sido uno de los presidentes más beligerantes contra el proceso bolivariano dentro del Grupo de Lima y habrá que ver hasta qué punto López Obrador sigue su senda.

Con su vecino del norte las cosas son más complicadas. Tendrán que debatir sobre migración y volver a discutir sobre el Tratado de Libre Comercio.A. P.