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Etiopía recibe al presidente de Eritrea en una visita histórica para afianzar paz

Etiopía recibió ayer al presidente de Eritrea, Issaias Afeworki, en la primera jornada de una visita histórica de tres días que busca afianzar el proceso de paz recientemente acordado entre las dos naciones del Cuerno de África después de dos décadas en conflicto.

«Ya no somos gente de dos países. Somos uno», aseguró el presidente de Eritrea, Issaias Afeworki, durante un almuerzo organizado en su honor por el Gobierno etíope. «El presidente Afeworki llega a su otra casa, Addis Abeba», escribió en Twitter Fitsum Arega, jefe de Gabinete del primer ministro etíope, Abiy Ahmed. El mandatario eritreo aterrizó a primera hora de la mañana en el aeropuerto de Bole, donde fue recibido con honores, guardia militar, danzas tradicionales y alfombra roja por Ahmed, en medio de una gran expectación.

Miles de etíopes mostraron en las calles su júbilo por la visita y por el fin del conflicto entre las dos naciones vecinas. Afeworki fue incluso obsequiado con un caballo y armas de guerrero tradicional, un regalo de honor de las autoridades de la región etíope de Oromía.

Este inédito viaje, que se prolongará hasta mañana, devuelve la visita que realizó Ahmed la semana pasada a Asmara para concretar una iniciativa de paz lanzada teas su llegada al poder en abril. Fue la primera reunión entre líderes de los dos países en dos décadas, un tiempo en el que las relaciones entre Etiopía y Eritrea, que en su día formaban una misma nación, estuvieron marcadas primero por la guerra y luego por la tensión debido a disputas fronterizas.

La visita tiene como objetivo, según Eritrea, «consolidar/reforzar la iniciativa de paz y de cooperación emprendida por los dos líderes». Su plato fuerte será la reapertura de la Embajada de Eritrea en Etiopía, un acto previsto para hoy que podría retrasarse a mañana. El restablecimiento de las sedes diplomáticas fue uno de los puntos más destacados del acuerdo que ponía fin al «estado de guerra».

Eritrea se independizó de Etiopía en 1993, pero las disputas fronterizas llevaron a los dos países a una guerra entre 1998 y 2000 que causó unos 80.000 muertos y que acabó con el Acuerdo de Argel firmado el 12 de diciembre del 2000. Cuando la comisión decidió conceder a Eritrea la ciudad de Badme, epicentro de la guerra, Etiopía se retractó de su compromiso. Desde entonces y hasta la llegada de Ahmed al cargo, las relaciones entre bilaterales han sido tensas, si bien el nuevo mandatario etíope apostó por el aperturismo y el acercamiento. De hecho, el acuerdo alcanzado esta semana incluye la «implantación de la decisión fronteriza».

Amnistía Internacional ha pedido que este acercamiento sirva como «catalizador» para mejorar la situación de los derechos humanos en Eritrea.