Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Sagredo maniobra para modificar la estructura de la Fundación BBK

El presidente de BBK, Xabier Sagredo, ultima profundos cambios en la estructura de la fundación bancaria, que es propietaria del 57% de Kutxabank, que supondrá en la práctica que todas las responsabilidades de la entidad recaerían en el director general. Los planes del actual responsable ejecutivo generan suspicacias en el seno del Patronato.

A unos meses de que se cumplan cuatro años desde que accediera al cargo, el presidente de BBK, Xabier Sagredo, trabaja en una reestructuración de la fundación bancaria que afianzaría su posición al tiempo que elude cualquier tipo de responsabilidad en su devenir. Para acometer esos cambios, según ha podido saber GARA, ha consultado a dos prestigiosos despachos de abogados y a una consultora habitual.

En una reunión del Patronato celebrada el 20 de junio en el Centro BBK Urdaibai –la renovada denominación de las colonias de Sukarrieta–, Sagredo expuso al resto de componentes del máximo órgano de gobierno de la fundación las líneas generales de la nueva estructura, sin abundar en el papel que se pretende atribuir en ella. El presidente, desvelan fuentes de la entidad, va aportando poco a poco pinceladas del futuro organigrama y funciones, aunque la docena de patronos no conocen en profundidad su plan.

Puede que le desanime su reciente inclusión en la lista de personas que deben comparecer ante la Comisión de Investigación de la Financiación de los Partidos Políticos del Senado, controlada en exclusiva por el PP. Esta formación acordó que se persone por su condición de extesorero del Bizkai Buru Batzar del PNV a raíz del procedimiento sancionador que el Tribunal de Cuentas español acaba de abrir contra los jeltzales por posibles irregularidades en sus finanzas. La comparecencia del trapagarandarra, hombre de confianza de Andoni Ortuzar, no se producirá hasta después de setiembre, según las previsiones de la comisión.

Xabier Sagredo ostenta en la actualidad el cargo de presidente ejecutivo, aunque las responsabilidades recaen en el director general. «Su plan –exponen fuentes cercanas a la dirección– es situarse como una especie de coordinador general, dependiente únicamente del Patronato de la Fundación, recayendo todas las responsabilidades en el director general».

El papel del director general

De este ejecutivo dependerá la Obra Social propia y en colaboración, que es la que corresponde más estrictamente a los fines estatutarios de la fundación. La actual Obra Social de BBK poco tiene que ver con la del pasado, heredada de las cajas de ahorro primigenias, donde priman las actividades puntuales con alto componente publicitario y poco más. A medio plazo, su presupuesto permanecería congelado, sin ninguna intención de aumentar el empleo directo.

Del director general también dependería en el futuro una rama institucional, en la que encajarían las relaciones con Kutxabank, de la que la fundación posee el 57% del accionariado. Además, quedaría otro ámbito, definido como «Obra Social indirecta», eufemismo para referirse –precisan– a la financiación de empresas privadas.

Los cambios que baraja el presidente no solo dependen de la aprobación del Patronato, sino también del Protectorado de Fundaciones del País Vasco, órgano administrativo bajo control de Lakua, a quien corresponde el asesoramiento, apoyo técnico y control de las entidades jurídicas de esta naturaleza.

Los planes en los que trabaja el máximo responsable ejecutivo de la Fundación BBK van acompañados de un «clima laboral insostenible» provocado por él mismo, con críticas sindicales cada vez más duras. «Su estilo directivo es despótico y egocéntrico, y muestra una desmedida ambición personal indiferente a los intereses de la fundación o de su propio partido político», aseguran. «Reclama insistentemente beneficios tales como coche oficial y seguridad privada, impropios de una fundación bancaria», añaden.

Quienes aportan información acerca de los movimientos de Sagredo consideran que «es probable que, de frustrarse sus planes, el presidente de BBK busque otra entidad en la que saciar sus apetitos. Sería señal –defienden– de que a la Fundación BBK aún le queda tiempo para cumplir sus fines».

El presidente confía en sacar adelante su controvertido plan aunque, según desvelan personas muy próximas, que en caso de no aprobarse sus cambios organizativos, contempla cambiar a los patronos «díscolos» en la próxima renovación de cargos, en junio de 2019. Además de él mismo, avanzan que designaría a otros «asesores estratégicos no ejecutivos», para no ser el único en esta duplicidad de funciones y desviar así la atención de la compleja operación.

Cargos directivos «al límite»

Ese modo de actuar provoca, así lo confiesan fuentes de la entidad, que la mayoría del personal esté «en situación límite», citando que son varias las personas de «valía y prestigio» que la han abandonado. Como ejemplo, hace dos semanas lo hizo el secretario técnico y, anteriormente, la directora de la Obra Social.

Muestra de la falta de compromiso con la Obra Social propia, añaden, a la máxima responsable que dejó el cargo no se le sustituyó oficialmente, sino que se designó para algunas de sus funciones a una persona de reciente incorporación, sin ninguna experiencia institucional y sin conocimiento de euskara. Tampoco es una novedad ese extremo, ya que el director general y el subdirector general no son euskaldunes.

No todo son salidas, también se ha detectado una entrada «indisimulada» en niveles superiores de la Fundación BBK de personas que están relacionadas con el PNV y con el Athletic Club, entidades con gran influencia en el Patronato.

Malestar por un torneo de fútbol a la medida del presidente

Malestar ha generado dentro y fuera de la fundación la «intromisión» del presidente, Xabier Sagredo, en la organización y desarrollo del primer campeonato de fútbol infantil BBK Bizkaia CUP, que comenzó en diciembre y cuyas finales tuvieron lugar en Trapagaran, con una gran fiesta como broche en junio en las antiguas colonias de Sukarrieta, ahora en el término municipal de Busturia.

Le acusan de organizar esta competición para «su engrandecimiento personal y familiar», apuntando a que no se conoce en Bizkaia ni en los territorios limítrofes un torneo de fútbol infantil en el que haya habido «tanto derroche de dinero y de medios, incluidas obras innecesarias y gastos absurdos» mientras otras instalaciones como el emblemático centro Ola se deterioran. «Por decisión presidencial –aseguran sus críticos–, las finales se celebraron en Trapagaran, sede de uno de los equipos con el que Sagredo tiene vínculo parental. Hubo gran profusión de propaganda, casetas de BBK y hasta la calle principal cerrada».

Quienes critican al presidente afirman que «ha habido numerosas decisiones y acontecimientos que han favorecido al equipo en cuestión, hasta el punto de que los propios niños decían que ya sabían quién iba a ganar». Ponen como ejemplo que, en las finales, esa escuadra compitió contra otra con niños un año más jóvenes, «facilitándose el pase a la última fase».

Después de las finales, desvelan, Sagredo «exigió» un nuevo premio para el equipo que saliera victorioso de la ‘‘Gran Fiesta Final’’, «contaminándola con competitividad innecesaria». El nuevo premio consiste en la participación en un campeonato internacional, galardón que se ha ampliado a los seis primeros del grupo, sospechan, porque «en quinta posición quedó el equipo ‘filial’ del presidente».

«Lo que iba a ser una gran fiesta para las campeonas y campeones y subcampeonas y subcampeones de todas las sedes se ha convertido en una competición desigual en que muchos grupos se han visto discriminados. Los comentarios de madres y padres en las redes sociales muestran el descontento generalizado. A algunas niñas y niños no se les ha garantizado ni siquiera jugar a fútbol, y otras y otros se han tenido que pelear para participar en actividades a las que se invitaba siempre a los mismos. Es queja general que el presidente se colaba en todas partes», denuncian al hacer balance de lo acontecido en el evento festivo organizado el 16 y 17 de junio en el Centro BBK Urdaibai.

A él estaban invitados los componentes de los equipos de categoría alevín, así como sus familias, a los que se les prometió que iban a ser los primeros en utilizar las nuevas instalaciones, con tirolinas, scape-room, splashpark, globo aerostático, sala de cine 6D... Estas jornadas sirvieron para testar las atracciones ya instaladas y establecer medidas de mejora para cuando se abran definitivamente, en verano de 2019. «Algunas de estas actividades no estaban listas, se ha gastado mucho dinero en sus versiones provisionales, todo ello aderezado con la contratación del DJ Oihan Vega y el grupo infantil Goazen», desvelan.A.G.

Se congela el presupuesto de la Obra Social propia mientras se invierte en empresas

La congelación del presupuesto de la Obra Social propia mientras van desapareciendo proyectos y no se plantean nuevos mantiene en alerta a la plantilla. Detrás de ese escenario está la obligación de BBK de constituir un fondo de reserva de 235 millones.

El plazo para ello se fijó en cinco años a contar desde junio de 2015. Posteriormente, negociaciones entre PNV y PP promovieron que esos cinco años quedaran ampliados a ocho, con posibilidad de prorrogarlo otro más, hasta 2024. Mientras tanto, las fundaciones bancarias deberán destinar al fondo el 30% de los dividendos cobrados por las entidades de crédito, un porcentaje que, en principio, se estableció en el 50%. BBK está obligada a reservar en ese fondo, como mínimo, 23,5 millones de euros anuales hasta 2024.

El acuerdo PNV-PP de 2017, criticado por el BCE, alivió el agobio financiero de BBK, que es propietaria del 57% de Kutxabank frente al 32% de Kutxa y 11% de Vital. El alza de los beneficios ha dado fuelle al barco comandado por Xabier Sagredo, que ansía gestionar los remanentes anuales; un mínimo, según anunció hace meses, de 100 millones de euro en un lustro.

Esa estrategia exige unos beneficios de Kutxabank, hasta 2024, de 1.450 millones –si se destina el 50% al dividendo para las fundaciones– o de 2.400 millones –si se reserva el 30%–, obtenidos de manera regular. Otra alternativa es que no exista un cambio regulatorio que acelerase las exigencias europeas. Ahora que el PNV ha perdido el favor del PP, es una incógnita. Así, se invierte en el mercado para obtener ingresos alternativos al dividendo de Kutxabank, aunque hay quien duda de esa fórmula y ve «el ansía de poder» del presidente de la fundación. A.G.